Recuerdo, cuando era pequeña, que cada vez que alguien me contaba un relato de terror, o cuando infringía las normas paternas y me colaba en el salón a ver una de Drácula, el único refugio posible a prueba de espíritus malignos y de chupasangres era mi cama. Allí, envuelta cual oruga en mi mantita —por aquellos entonces los edredones no se estilaban—, me sabía a salvo de cualquier mal. Han pasado los años y parte de aquellos relatos ahora me provocan risa o ternurita, pero los buenos siguen helándome la sangre. Y sigo prefiriendo la cama o, al menos, algún espacio confortable de mi hogar. Porque, como todos sabemos, allí nada malo puede pasar…
'Frankenstein', de Mary Shelley
Rodeada de simbología (el libro, en realidad, se llama Frankenstein o el moderno Prometeo, por lo que directamente alude a la leyenda mitológica de la Antigua Grecia), la novela cuenta cómo Victor Frankenstein, un estudiante de Medicina en la ciudad bávara de Ingolstadt, pretende jugar a ser dios al experimentar con electricidad y fragmentos de distintos cadáveres y crear con ellos un «engendro», un «ser demoniaco» (así lo llama a menudo la autora, no yo). Victor huye del laboratorio, que se consume en llamas; el nuevo ser creado por él también, y sufrirá en sus carnes el rechazo al completo de la sociedad. A partir de ahí se desencadenan una serie de hechos trágicos que no os cuento por si os animáis con ella. Disfrutar de este libro es fácil si te gusta la novela gótica de terror.
'Leyendas', de Gustavo Adolfo Bécquer
Reivindico al tan denostado Bécquer dentro del género de terror. Pocos como él me han hecho sentir, en mi adolescencia, esa atmósfera lúgubre, esa niebla, esa humedad que te cala los huesos y esos desenlaces inesperados. Bécquer, al igual que Shelley, se enmarca dentro de la literatura romántica, que como podéis ver en estos dos ejemplos era mucho más que declararse el amor incondicional al borde de la muerte por tuberculosis. La vida de ultratumba, la muerte, la hechicería y lo desconocido eran temas comodín en este grupo de literatos del XIX. Para colmo, Bécquer presenta sus Leyendas como historias que le han contado, lo que le aporta un plus de escalofrío cuando las lees —por aquello de "no sea que haya pasado de verdad"—. Entre mis leyendas favoritas está El monte de las ánimas, pero no es la única. ¡Dale una oportunidad!
'Cuentos macabros', de Edgar Allan Poe
Hay tantísimas recopilaciones de los cuentos de terror de Poe que no sabía por cuál decidirme, pero este es, sin duda, de una belleza espectacular: una edición de lujo traducida por Cortázar y con ilustraciones de Lacombe que yo creo que te sumergen más, si cabe, en la atmósfera del que, en mi opinión y en la de medio planeta, es el mejor contador de historias de terror de la literatura. Poe ha parido infinidad de obras maestras del género —el relato corto de horror—, y aquí se encuentran varias de ellas. El gato negro, Berenice, La isla del hada o El corazón delator, entre otras, son algunas de las historias que te van a dejar con la boca abierta mientras estrujas bien fuerte tu almohada en cada final. No quiero contarte mucho más porque a Poe merece la pena paladearlo sin dar pistas: su genio bien lo merece.
'La llamada de Cthulhu', de H. P. Lovecraft
Algo posterior a los tres autores anteriores, más o menos contemporáneos, H. P. Lovecraft, otro de los maestros del género, creó con esta novelita corta no solo una pieza clave en la literatura fantástica y de terror, sino el inicio de un ciclo literario de horror cósmico llamado Mitos de Cthulhu en el que el autor se rodeó de su círculo literario —lo que se conocía como Círculo de Lovecraft—. Aquellos autores continuaron la tradición iniciada por Lovecraft y su criatura alienígena venerada por una secta. En la novelita a la que nos referimos —aunque también en las posteriores del círculo lovecraftiano— impera la idea de criaturas que pueblan la Tierra desde tiempos inmemoriales, que provienen de otros mundos y que desean reconquistar nuestro planeta. Como podrás comprobar si lo lees, la literatura de Lovecraft no solo tiene un estilo muy definido y reconocible, sino que también ha inspirado a infinidad de directores de cine, que han bebido de su fuente para crear obras maestras del género —se me ocurre, y hay mil ejemplos más, Alien, de Ridley Scott—.
'It', de Stephen King
Qué difícil es recomendar un solo libro de Stephen King. El maestro del terror contemporáneo tiene una bibliografía tan amplia y exitosa que cualquiera de sus libros es merecedor de estar en esta lista. Pero como la mayoría de ellos han sido trasladados al cine, y como quizá la versión en imágenes de este en concreto fue un telefilme que pasó por las pantallas sin pena ni gloria, me quedo con la historia de un grupo de amigos que tratan de luchar contra un engendro, It (Eso), que adquiere múltiples formas y que, 30 años atrás, sembró el terror en ese mismo lugar. No sé si le ha ocurrido a más gente, pero el pánico absoluto hacia los payasos a mí me viene de la lectura de este libro. Y es que Stephen King tiene un dominio tan magistral de los tiempos en la literatura de terror que introducirse en el género es imposible sin leer alguna de sus obras.
'Soy leyenda', de Richard Matheson
Poco después de una de las grandes distopías de la literatura —1984, de Orwell— se publicaba este genial libro también distópico pero con un toque fantástico que lo conecta con la literatura de horror. Quizá te suene el nombre: Will Smith protagonizó para el cine la enésima versión que se ha realizado desde que se publicó. No hace falta que te digamos que su lectura es mucho más satisfactoria que ver la película. La historia de un hombre que sobrevive, inmune, en un mundo posapocalíptico donde la raza humana se divide entre infectados por una bacteria y resucitados por ella (una mezcla entre vampiros y zombis), se mueve permanentemente entre el terror y la tristeza. Hay pocos momentos en los que un rayo de esperanza se cuela en la vida de Neville, su protagonista, que pasa de la monotonía al espanto de saberse perseguido por ser el único hombre normal en la Tierra.
'Déjame entrar', de John Ajvide Lindqvist
Una de las novelas de terror más espectaculares de los últimos tiempos. Habla de vampiros, sí; pero lo hace desde una perspectiva tan distinta que lo que leas no se parecerá a nada del género. En realidad, asistimos a la relación de amistad entre un chico de 12 años que sufre acoso escolar y una chica pálida que solo sale de noche en la década de los 80. Esta amistad, que se va desarrollando poco a poco en el barrio de ambos, donde en paralelo se están dando una serie de asesinatos, cuenta con numerosas subtramas a cual más macabra; a pesar de todo, y aunque la relación de los dos preadolescentes se asienta sobre mimbres muy espinosos, a su manera destila ternura. Pero que el amor no te frene: el terror recorre la trama con una fluidez pasmosa.
'Drácula', de Bram Stoker
Un libro mítico, único, maravilloso. Aunque Bram Stoker no fue el creador de la leyenda del vampiro, en el imaginario colectivo es la idea predominante. Y todo porque esta maravillosa obra de arte literario está tan impregnada de genialidad que ha trascendido al mundo como lo que es: la gran novela sobre vampiros de todos los tiempos. Drácula, ese conde fascinante que necesita del fluido vital para no envejecer y morir, que seduce a mujeres jóvenes para clavarles su letal colmillo en la yugular, es solo una parte de la novela, que trata temas potentísimos, como la sexualidad o el papel de la mujer en aquella época (la Inglaterra victoriana). Escrita de manera epistolar (es como una recopilación de diarios y documentos de sus diversos protagonistas, que hacen que la trama avance), la novela ha terminado, con el tiempo, por convertirse en un clásico cuya lectura se ha incorporado al catálogo de clásicos.
'American Psycho', de Bret Easton Ellis
La representación del mal absoluto, sin espíritus, ni posesiones, ni vampiros ni más allás de ningún tipo. Ese terror real del que no puedes esconderte, el que tan bien ha mostrado Haneke en numerosos títulos de su filmografía, es el que Easton Ellis describe en este libro maravilloso y repugnante a partes iguales. Que el asesino sea un pijo que lo tiene todo en la vida lo hace aún más antipático. Que sea misántropo y misógino y todos los miso- del mundo, ni te cuento. Sus prácticas sexuales, su desprecio hacia todo lo que es su persona y sus costumbres deleznables (que incluyen todo, pero TODO lo que puedas imaginar) hacen que el horror mientras lees su historia te cale hasta los huesos. Porque además el autor no ahorra ni un solo detalle escabroso. Así que ya sabes: si quieres adentrarte en una de las mentes más perversas de la ficción contemporánea, apúntate esta novelaza.
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