Aprovechando que esta semana se inaugura en el Centro Arte Canal una exposición dedicada a Cleopatra, nos preguntamos qué hay en realidad detrás de la Reina del Nilo y si, al igual que a otras grandes figuras femeninas de la Historia, sólo se le he tenido en cuenta por su belleza o por su historial amoroso y no por su inteligencia, su capacidad estratégica y su influencia a la hora de cambiar el mundo.
Cuando escuchamos la palabra “Cleopatra” a la mayoría de nosotros nos viene a la cabeza una imagen de Elizabeth Taylor con los ojos pintados con tres kilos de khol y lanzándole miraditas ardientes a un Marco Antonio interpretado por Richard Burton. Aunque yo soy más de la Cleopatra caprichosa y exigente que crearon Goscinny y Uderzo para los cómics de Astérix o de la Mónica Bellucci que luego la interpretó en la gran pantalla. Pero en el fondo ninguna de ellas se parece a la Cleopatra de verdad. Ni siquiera la de Shakespeare, a pesar de que a Shakespeare aquí nos lo tomamos tan en serio como si fuéramos ciudadanos de la Commonwealth. A lo largo de los años lo que nos ha quedado de la figura de la gran Reina del Nilo es que era una mujer muy bella, arrebatadora y que tenía una nariz impresionante (no sé si de grande o de estupenda), pero poco se habla de su capacidad para hacer Política con palabras mayúsculas, convertirse en la última emperatriz de una dinastía, detener una invasión de sus dominios y provocar que el Imperio Romano se dividiera en dos en un momento en el que ser mujer era un obstáculo mucho más grande que atravesar la Gran Vía madrileña el día del desfile del Orgullo.
¿Cuántas mujeres como ella, inteligentes, astutas, valientes, han sido ignoradas a lo largo de la historia simplemente por el hecho de ser mujeres? ¿De cuántas nos han llegado los retazos más insignificantes de su vida, con quién se acostaban o si se bañaban en leche de burra o en sangre de decenas de vírgenes, y nada de lo que realmente hicieron de importancia? Pongamos algunos ejemplos, aunque hay miles más:
1.- Lucrecia Borgia
La única mujer en una familia repleta de hombres poderosos y ambiciosos (algunos tan ambiciosos como para inspirar la obra El príncipe Maquiavelo y dar pie a un adjetivo malicioso), de la pobre Lucrecia Borgia nadie dice nada bueno: que si se acostaba con su padre, que si se acostaba con su hermano, que si acostaba con todo el mundo… y sobre todo, que era una gran aficionada al veneno. Pero en realidad, Lucrecia fue una mujer inteligente y llena de coraje, que se enfrentó a su propia familia, creó el primer Monte de Piedad para los pobres, promovió la revisión de procesos para pobres encarcelados y se preocupó por la salud y enfermedades de los más desfavorecidos.
2.- Wu Zetian
La única mujer que llegó a ser soberana absoluta en China, algo inconcebible en aquella época, tuvo que enfrentarse durante todo su reinado a rumores sobre que había asesinado a su predecesor o que se acostaba con su propio hijo; todo muy normal, vamos. Curiosamente no se habla tanto de que redujo los impuestos en agricultura y seda, repartió tierras entre los granjeros, desmovilizó a muchos ejércitos Tang con una resolución pacífica de conflictos, restringió las obras públicas y suprimió las que no eran imprescindibles y alentó, entre otras medidas, a que los ciudadanos se comunicarán con el poder. Cosas mucho menos interesantes que decir que era una pervertida y una asesina.
3.- Madame de Pompadour
Jeanne-Antoinette Poisson ha pasado a la historia por tres razones: 1) ser la amante del rey Luis XV; 2) ser “el pivón” de la época y 3) poner de moda llevar reproducciones de batallas épicas en los tocados de las señoras (en ese caso, también la podemos hacer responsable de una epidemia de escoliosis). Pero de lo que no se habla tan a menudo es de su influencia sobre las decisiones políticas de su amante, de cómo confabuló para quitarse de en medio a los importantes cargos que se interponían en su camino y de que fue una de las grandes mecenas de la época de mayor esplendor artístico en la Francia del siglo XVIII: impulsó la Enciclopedia de Diderot y apoyó la creación de monumentos como la Plaza de la Concordia de París.
4.- Marilyn Monroe
La rubia más famosa de la historia del cine era mucho mejor actriz de lo que nos quiso hacer creer. Nadie como ella para hacernos pensar que era la perfecta “rubia tonta”, más preocupada por aplicarse bien la barra de labios que en aprenderse las líneas de su guión. Pero resulta que en la vida real, Marilyn era un “coquito”, con un coeficiente intelectual altísimo. ¿De qué otra forma vas a conseguir que un intelectual como Arthur Miller caiga bajo tu hechizo? Marilyn fue capaz de demostrar que se podía ser un bombón y pintarse los labios de rojo furor y al mismo tiempo tener una mente para los negocios.
5.- Diana de Gales
De Lady Di sólo queda en nuestra memoria que su marido se pasó todo su matrimonio poniéndole ojitos de cordero degollado a otra, que una vez bailó con John Travolta y que nadie como ella sabía lucir los vestidos de Alta Costura (especialmente, los de Versace), pero en realidad Diana de Gales fue una luchadora nata, totalmente implicada en encontrar una cura contra el SIDA y en hacer desaparecer todas las minas anti-persona. Lady Di fue un ejemplo para todas las mujeres, demostrando que se podía salir de un ambiente tan cerrado como el de la monarquía británica y aspirar a ser una mujer libre, independiente y sin miedo a decir lo que pensaba realmente.
No están todas las que deberían, pero sí un buen puñado de mujeres que han sido injustamente conocidas por el aspecto más banal de sus vidas y no por sus grandes obras. Si vais a estar por Madrid durante las próximas fechas, no os perdáis la exposición de Cleopatra, más de 400 piezas de 80 museos españoles e internacionales que nos ayudarán a comprender mejor a la mujer más fascinante de Egipto.
Cuándo Del 3 de diciembre al 8 de mayo Dónde Centro de Exposiciones Arte Canal Dirección Paseo de la Castellana, 214. 28046
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