Quizás sea el problema más extendido entre todas la mujeres: la odiada retención de líquidos. También conocida como hidropesía (por si os queréis tirar el rollo) no es más que la acumulación de líquidos en los tejidos, concretamente en el espacio intersticial, que es el espacio que se encuentra entre las células. Los síntomas generales los conocemos de sobra: hinchazón en tobillos y dedos, pesadez sobre todo en las piernas... Hoy os enseñamos a combatirlo.
La retención de líquidos no es una enfermedad o una patología, pero sí puede ser un aviso de que algo más importante está ocurriendo en nuestro cuerpo: generalmente es síntoma de otros problemas como disfunciones en los riñones o en el aparato digestivo. También puede tener su origen en desajustes hormonales, bastante frecuentes entre nosotras.
Causas de la retención de líquidos
Lo primero que tenemos que hacer para acabar con la retención de líquidos es, evidentemente, saber si la tenemos. Os recomiendo una medición con una báscula de bioimpedancia (todos los dietistas-nutricionistas tienen una; también las tenéis en grandes superficies, no es nada raro de encontrar) que os dirá, además de vuestro peso y porcentaje de masa grasa y masa magra, el porcentaje de agua que hay en vuestro organismo.
El porcentaje de agua óptimo en mujeres oscila entre el 45% al 60%. En hombres entre el 50% y el 65%.
Si tu porcentaje de agua en el organismo es mayor es muy posible que estés reteniendo líquidos por alguna de estas causas:
- Trastornos circulatorios: mala circulación en general, varices que dificultan el retorno venoso, alta presión arterial.
- Algunos medicamentos también pueden propiciar esta retención.
- Desajustes hormonales: sobre todo relacionados con la tiroides y su mal funcionamiento, o también relacionados con el ciclo menstrual.
- Sedentarismo y poca actividad física.
- Alimentación no adecuada: falta de vitaminas.
¿Qué podemos hacer para evitar la retención de líquidos?
Vamos a hablar de aquellos que nosotras mismas podemos modificar, que serían los dos últimos puntos de la lista: el sedentarismo y la alimentación no adecuada. De rebote es muy posible que al mejorar estas dos cosas también notemos los beneficios en una mejora de nuestra circulación.
Lo más importante, y aunque parezca contraproducente, es que nos mantengamos bien hidratadas. No por beber menos agua vas a retener menos líquidos, no funciona así. Bebe antes de tener sed (la sed es un indicativo de que hemos comenzado a deshidratarnos) y procura que sea agua o infusiones.
Hablando de infusiones, algunas pueden ayudarnos en la lucha contra la retención de líquidos, como la de cola de caballo (con un alto poder diurético) o la de enebro. En ayunas su efecto es mayor, ¿qué te parece sustituir el café de la mañana por una infusión?
En cuanto a la dieta, debemos mantener un buen aporte de frutas y verduras, muy ricas en vitaminas y también con un alto porcentaje de agua en su interior. Hay que intentar controlar la ingesta de sodio y sal, que favorece la retención.
El último factor clave: muévete. Si eres de las que se pasa el día trabajando frente al ordenador lo mejor es que programes una pausa cada hora aproximadamente para mover un poco las piernas: no tienes que correr una maratón, con darte un paseo hasta el baño o a la cocina para rellenar tu botella de agua es suficiente.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de 30 minutos de actividad física al día, ¿quién no tiene 30 minutos? Baila en el salón, sal a correr o a caminar, salta a la comba, haz Yoga... Las opciones son infinitas, y cualquier tipo de ejercicio físico mejorará tu sistema cardiovascular (mejorando así los problemas de circulación) aparte de aportarte muchos otros beneficios.
En resumen: dieta rica en agua, frutas y verduras, y un poco más de movimiento en nuestro día a día pueden ayudarnos (¡y mucho!) a terminar con la retención de líquidos. ¡Es fácil! ¿Quién se apunta a probar?
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