Ange ou Démon de Givenchy, un perfume de matices

Hace poco he probado un perfume al que le tenía ganas por sus buenas críticas: Ange ou Démon de Givenchy. Es una fragancia fresca y a la vez intensa, con muchos matices.

Lo primero que diré es que no soy muy amiga de las colonias frescas, me gustan muy dulzonas. Por esta razón, al principio Ange ou Démon no me gustó nada de nada. Me resultaba un aroma demasiado chirriante, una mezcla de alcohol de 96º con especias y mandarina.

Me sorprendió que me desagradara tanto, puesto que había leído que sus notas principales eran la mandarina, la flor de lirio y la peonía, y que el perfume se definía a sí mismo como “floral empolvado”, por lo que yo a priori pensé que iba a ser mucho más suave.

Después, fui comprobando gustosa cómo el perfume iba evolucionando: se iba volviendo más y más amaderado y me recordó a cómo olía mi abuela, (y esto es todo un piropo para el perfume), y también empecé a descubrir los toques florales.

Al final de día, cuando una cree que el perfume ya ha desaparecido porque no vas dejando estela a tu paso, descubrí que sobre mi piel quedaba aún un estupendo aroma avainillado y oriental.

En resumidas cuentas, no es un perfume que me compraría porque me gustan mucho más dulces (Very Irrésistible, por ejemplo, por seguir con Givenchy), pero me ha encantado comprobar cómo evoluciona a medida que pasan las horas. Es verdad que todos los perfumes lo hacen, pero en este lo he notado en mayor medida.

Quizá el nombre del perfume haya querido reflejar la evolución de esos aromas y fragancias tan contrapuestos, aunque yo creo que la progresión es más de demonio a ángel.

(Por cierto, por si la foto induce a dudas: no son dos perfumes distintos, el del tapón negro es la versión en eau de parfum, y el del tapón transparente es el eau de toilette).

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