El maquillaje en polvos compactos tiene muchas ventajas, una de ella es que tienen una caducidad lejana. Pero no por eso debes guardarlo demasiado tiempo en tu neceser: aprovéchalos aunque sean más claros o más oscuros del tono que necesitas en este momento.
Puede que incluso tengas más de una cajita de compacto con un clor que no te acaba de convencer. La solución es fácil: rómpelos para volver a unirlos con el color ideal para tu piel. Este truco también te servirá para aprovechar esos polvos compactos nuevecitos que nada más llegar a casa te cayeron al suelo: esos mil pedazos se pueden aprovechar perfectamente.
La foto lo dice todo: con un objeto punzante (tijeras, cuchillo, destornillador) saca todo el polvo compacto, cachito a cachito y mételo en el mortero del allioli. Machacando concienzudamente los polvos, obtendrás un polvo suelto que puedes conservar en una nueva cajita más honda.
Si no tienes mortero en tu cocina, no importa. Colocas los trozos de compacto en un recipiente parecido, incluso en un plato hondo, y con la ayuda del dorso de una cuchara de sopa podrás obtener el mismo resultado.
Posibilidades: muchas más de las que imaginas. Además de mezclar polvos compactos de distinto tono, puedes añadir a la mezcla esa sombra de ojos o ese colorete que no utilizas nunca en tonos marrones, ligeramente naranja, teja o rosado. ¡Reciclaje puro y duro! Sólo debes tener cuidado de no abusar de los brillos satinados y tendrás tu propio maquillaje en polvos.
Foto | Shopmanía
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