Comenzamos el otoño con energía, haciendo nuevos planes para este curso que empieza, y entre ellos siempre suele estar el de perder esos kilos de más que nos hemos puesto durante el verano. Las cañas, las tapitas, los cocktails y la buena vida de los meses de calor es lo que tiene: nos descuidamos y de pronto nos plantamos en octubre con algo más de peso.
No nos alarmemos porque todo tiene solución. A continuación os damos las claves para recuperar la forma y que lo único que nos quedemos del verano sean los buenos recuerdos de nuestras vacaciones.
Compra, cocina y come
Si después del verano ves que los números de la báscula suben sin control o que los vaqueros del año pasado te están sospechosamente más estrechos, es hora de ponerse manos a la obra para recuperar la figura perdida. Uno de los factores más importantes es el de la alimentación, así que hablaremos de él en primer lugar.
No, no necesitas hacer una dieta detox aunque estén de moda: necesitas aprender a comprar, cocinar y comer de forma equilibrada y saludable. El único detox que necesitas es el que consiste en limitar la compra y el consumo de alimentos procesados y aumentar el de alimentos frescos preparados por ti misma con métodos de cocina sanos. Más sencillo que pasarse un día a base de zumos, y más barato.
Prioriza la compra de alimentos, no de productos: si puedes hacer la compra en el mercado en lugar de en el súper, tendrás mucho ganado. Y en el caso de comprar productos, lee bien las etiquetas nutricionales: están ahí para informarnos de los ingredientes y nutrientes que contiene ese producto. No te fíes de reclamos como "light" o "bajo en grasas" y comprueba siempre la información nutricional para no llevarte sorpresas.
Cocina en casa siempre que puedas: si tienes que comer fuera de casa, puedes preparar tu comida la noche anterior para llevarla en un tupper al trabajo. Seguro que si cocinas tú misma lo haces de manera sana, y así evitarás las tentaciones de comida rápida o poco saludable en el trabajo. Elige opciones saludables para cocinar como la plancha, el vapor, el wok, el papillote, el horno... ¡Hay muchas opciones!
No dejes de comer: dejar de comer es una de las cosas más ineficientes que puedes hacer para perder peso a largo plazo. Como ya hablamos hace tiempo, el cuerpo puede entrar en un estado conocido como "tumba metabólica" en el que aunque bajes calorías seguirás sin bajar de peso. Come de acuerdo a tus necesidades, y procura que sean alimentos (no productos) saludables. Recuerda que cada día debes incluir en tu alimentación los tres grupos de macronutrientes para una dieta equilibrada: proteínas, carbohidratos y grasas. Solo elige fuentes saludables para cada uno de ellos.
Muévete más en tu día a día
Apuntarte a un gimnasio está fenomenal: no solo te ayudará a perder esos kilos de más, sino que además mejorará tu salud en general. Puedes apuntarte a clases colectivas como kick-boxing, spinning o Pilates, o quizás prefieras salir a entrenar al aire libre con actividades como el running o el Power Walking. No dejes de lado el entrenamiento con cargas, ya sea con tu propio peso corporal o con cargas externas, ya que te ayudará a aumentar tu masa muscular (tranquila, que no te pondrás como la novia de Hulk), algo que colabora activamente en la pérdida de peso.
Pero lo más importante es que te muevas más en tu día a día: hacer deporte está muy bien, pero solamente vas a dedicarle una hora al día, ¿qué pasa con el resto del tiempo? Seguramente tu estilo de vida sea sedentario, como el de la mayoría de la gente en estos tiempos: pasamos más de ocho horas al día sentados en la oficina frente a un ordenador, nos movemos en coche o en transporte público, y cuando llegamos a casa lo que más nos apetece es sentarnos en el sofá para disfrutar de una buena película.
Realizar pequeños cambios en nuestra vida diaria puede marcar la diferencia si lo que buscamos es perder peso o estar más en forma. Son cosas pequeñas que podemos cambiar progresivamente y que no tienen por qué suponer un cambio drástico en nuestra rutina. Si vas al trabajo en metro, olvida las escaleras mecánicas y opta por subir las tradicionales, y lo mismo cuando llegues al trabajo o a casa: di adiós al ascensor. Camina más en tu día a día: bájate una parada antes del bus o aparca un poco más lejos. Intenta levantarte de la silla al menos cada dos horas: camina hasta el baño o ve a la cocina a rellenar tu botella de agua. Estírate ligeramente en tu silla y sé consciente de tu postura corporal mientras estudias o trabajas.
Como veis, son pequeños gestos que podemos comenzar a cambiar desde ahora mismo. Escoge uno y tómatelo como un reto para esta semana. La semana próxima puedes elegir otro e ir sumándolos hasta que hagas tu vida algo más activa. ¡Todo suma!
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