El dejar de fumar siempre lleva consigo esa pesada losa, y nunca mejor dicho. A casi todo el mundo le caen unos kilitos de más siempre que empieza a dejar ese vicio a un lado. ¿Por qué ocurre?. ¿Se puede evitar?. Son algunas de las preguntas a las que vamos a darte respuesta, pero antes debes de tener claro que fumar y estar Arrebatadora son dos términos incompatibles.
El motivo principal por el que engordamos al dejar de fumar es por el alto nivel de adicción que produce el tabaco, y la nicotina en particular. La nicotina actúa en el cerebro como un estimulante, de manera que cuando dejemos de tener ese estimulante, nuestro cerebro nos pide más y la manera más fácil que tenemos de saciarlo es comiendo. En definitiva, comemos más por la ansiedad que nos produce la falta de nicotina.
Otro factor, no menos importante, es que la nicotina actúa como acelerador del metabolismo, por lo que si eres fumador los alimentos que consumes se transforman en energía rápidamente. De lo contrario, si dejas de fumar, la velocidad de tu metabolismo se ralentiza en exceso, por lo que es más fácil engordar si no practicas ningún ejercicio físico con regularidad.
El truco para no engordar cuando dejemos de fumar está en mantener el cerebro ocupado, buscándo alternativas que puedan saciar esa falta de estimulantes. Es fácil decirlo, pero estoy seguro que si has tomado la firme decisión de dejar de fumar, estás dispuesto a hacer este tipo de sacrificios.
Lo primero que debes hacer es empezar a realizar ejercicio físico, ir habituando, poco a poco, a nuestro cuerpo a ir quemando más calorías de las que antes estaba acostumbrado. Puedes comenzar con paseos constantes de unos 20 minutos todos los días e ir incrementando ese tiempo a medida que pasen las semanas.
La alimentación también será clave. Habrá que buscar alimentos que nos sacien los suficiente, pero que no nos den un aporte excesivo ni de grasas ni de calorías. Para ello los hidratos de carbono se harán esenciales (pan integral, frutos secos, pasta, cereales…) ya que sacian nuestro estómago pero son alimentos bajos en grasas.
Cuando se deja de fumar se tiene especial predilección por los dulces. Olvídate de pasteles y chocolatinas, y calma esas ganas de comer algo dulce con zumos o piezas de fruta.
El agua es el producto más saciante que podemos encontrar y que menos nos va a engordar. Uno o dos vasos de agua antes de la comida, hará que nos llenemos antes y que no tengamos tanta necesidad de comer tanto. Además beber dos litros al día se hace en este caso, aún más fundamental.
Sobra decir, que los fritos y alimentos con alto contenido de grasas deben de ser eliminados fulminantemente de nuestra despensa para evitar tentaciones. Reducir el consumo de sal e introducir en nuestra dieta, verduras, pollo y pescado también nos beneficiará.
Y lo más complicado, picar entre horas. Ese gusanillo que siempre aparece con más fuerza que nunca cuando dejas de fumar. Para ello lo recomendable, es tener a mano tortas de arroz o de maíz, galletas integrales o pipas. Nos saciarán pero tampoco nos harán engordar.
Ya para finalizar, recuerda que lo fundamental es tener el cerebro ocupado, por lo que también se hace muy importante que comiences a practicar actividades que antes no realizabas. La lectura o practicar algún nuevo deporte pueden ayudarte a acabar de una vez por todas con ese vicio maldito.
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