Cuando todavía estaba asimilando que era exactamente la grasa parda, ese tejido adiposo capaz de consumir energía para regular la temperatura corporal, encontrado primero en ratones, después en bebés y más tarde parecía que también en adultos, aparece en escena la grasa beige.
Este tipo de grasa es según un estudio publicado en la revista Cell la confirmación de que más allá de los primeros años de niñez también encontramos en el cuerpo humano una grasa dedicada a quemar calorías que a diferencia de la anterior, también llamada marrón, se activa con más facilidad y se puede inducir.
Hasta ahora se relacionaba la producción de estas células adiposas “buenas” únicamente con los músculos, pero se ha descubierto que en las personas adultas surgen de los propios depósitos de grasa blanca (la de toda la vida que se acumula como reserva) y se estimula su aparición mediante el frío o a través de la hormona irisina.
Ya hace tiempo que se busca la forma de administrar como fármaco esta hormona que se segrega de forma natural al practicar actividad física, pero mientras la encuentran podemos deducir que practicar deporte y exponernos a bajas temperaturas nos puede ayudar a reducir nuestra grasa blanca generando más de la beige.
Tampoco se trata de plantearnos pasar la tarde metidas en la nevera pero de momento ya tengo un motivo más para seguir con mis duchas de agua fría que de paso estimulan la circulación, cuidan la piel y dan brillo al cabello.
Por otro lado pensar que en un tiempo (imagino que todavía muy lejano) quizá aparezca una píldora adelgazante capaz de acabar con la grasa que nos sobra me produce sentimientos contradictorios, porque aunque no dudo que será de una gran ayuda para combatir la obesidad ¿Qué pasará con el resto? ¿Hasta que punto puede ser bueno disponer de una forma fácil de adelgazar a pesar de mantener una vida sedentaria y malos hábitos alimenticios?
Vía | Vitónica
En Trendencias Belleza | Quema grasa
Foto | Helga Weber