El Dr. Dukan vuelve a ser noticia por una ponencia impartida en el Planetario de Pamplona, donde ha formado parte junto a otros médicos españoles de una mesa redonda científica sobre las controversias en torno a las dietas de adelgazamiento.
De entrada no soy partidaria de realizar dietas, prefiero comer de forma saludable y hacer ejercicio como estilo de vida, no únicamente en momentos puntuales, pero leyendo el discurso del Dr. Dukan encontré algunos observaciones interesantes a tener en cuenta:
La naturaleza del sobrepeso no es nutricional si no comportamental y social, e incluso civilacional. Descansa por entero en el malestar instaurado por el modelo económico de las sociedades mercantines – lo que Henry Miller definía como una “pesadilla de aire acondicionado”- en el que el alimento gratificante proporciona el acondicionamiento.
Según el doctor, engordamos para aliviar un sufrimiento y hemos hecho de la comida nuestra recompensa por todas las cosas que nos causan malestar en nuestra vida.
El modelo económico en nuestras sociedades se basa en el crecimiento, el aumento productivo continuo que impone de por sí, con ayuda de la publicidad, un consumo dirigido. Ahora bien, este consumo exige un poder adquisitivo obtenido en el marco de un trabajo a menudo poco gratificante, fragmentado, estresante, poco creativo y de poca responsabilidad.
A mayor desarrollo económico, mayor indice de obesidad. Un trabajo insatisfactorio, la soledad, problemas con la pareja, aburrimiento etc., apenas sin darnos cuenta nos llevan a buscar continuamente “premios” que nos den el mayor placer sensorial posible, es decir que sean dulces, grasos o salados.
Así en lugar de elegir los alimentos que comemos por su valor nutricional, lo hacemos por el bienestar que nos proporcionan al activar la estimulación cerebral de dopamina y serotonina deficitaria.
Una dieta para poder seguir actuando como un autómata
Hasta aquí todo tiene bastante sentido, de hecho comprender esto hace unos años es lo que me ayuda cada día a elegir los alimentos adecuados y a disfrutar de ellos, consciente de la buena repercusión que tienen en mi cuerpo y también en mi mente, ya que ante una situación que me causa malestar intento encontrar la forma de mejorarla, en lugar de ponerme a comer bollos de crema para olvidarme de ella. No siempre podemos conseguir que todo sea tal y como queremos, pero refugiarse en la comida lo único que hace es empeorar la situación añadiéndole el problema del sobrepeso.
Hay muchas formas de conseguir sentirse mejor sin perjudicar la salud: meditación, deporte, pasear, una charla con amigas, estudiar un idioma, pintar, escribir, bailar, aprender un instrumento, leer, expresar lo que sentimos, abrazar a las personas que queremos… sólo hace falta voluntad, confianza y mantenerse alerta para encontrar las cosas que nos llenan y no dejarnos arrastrar por comportamientos compulsivos.
Es un proceso que requiere esfuerzo y como no somos perfectos algunos días no se consigue, pero siempre anima a seguir poder aprovechar esa capacidad que tenemos para elegir lo que realmente queremos, reforzando también nuestra autoestima.
Ante el panorama del vacío existencial relleno de chocolate ¿Qué propone el Dr. Dukan? Que en lugar de que cambiemos de actitud, simplemente cambiemos de combinación de alimentos.
Sorprende leer tras su exposición inicial que hay que adaptar la dieta a la psicología de las personas con sobrepeso y no añadirles sufrimiento reduciendo la comida, como si estas no tuvieran la capacidad de pensar por si mismas y cambiar un comportamiento que les está haciendo daño, una vez lo descubren.
La base de esta famosa dieta se sostiene sobre la debilidad del ser humano, así permite seguir comiendo a voluntad, con restricciones de algunos alimentos, pero sin suponer una pérdida de placer para el paladar.
Cuesta creer que mantener la misma actitud con ingredientes distintos pueda tener beneficios reales a largo plazo. En cualquier caso yo desconfiaría de un método que en lugar de ayudarme a mejorar mi alimentación, lo que hace es dejarme instalada cómodamente en un actitud basada en el hedonismo alimentario como válvula de escape, sobre todo teniendo en cuenta que en aprovecharse de este punto débil se encuentra la clave de un gran negocio, que hoy en día está reportando a su creador ganancias millonarias.
Foto | Julien Haler
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