Francia es noticia estos días por dos prohibiciones relacionadas con el aumento y la disminución de peso. Por un lado, tal como comentamos cuando se planteó, los diputados franceses han votado una ley que penalizará la contratación de modelos consideradas desnutridas y por otro, se ha aprobado una enmienda que impide que se pueda ofrecer free refill (resfrescos a voluntad) en bares y restaurantes.
Podría decirse que estamos ante dos medidas opuestas, una para combatir la anorexia, es decir, que la gente deje de comer, y la otra enfocada a disminuir la obesidad, o lo que es lo mismo, a evitar que la gente ingiera calorías de más. Ambas están pensadas para promover un peso saludable, pero ¿son tan buenas como puede parecer de entrada?
¿Medidas efectivas o efectistas?
Aunque a menor escala, en Madrid ya se hizo algo similar respecto al peso de las modelos, prohibiendo a partir de 2006 desfilar en la pasarela cibeles a aquellas chicas que no cumplieran con un peso mínimo saludable según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde entonces todos los años aparece alguna noticia sobre las modelos que no han pasado “la criba” o alguna que se ha colado y que aparentemente está demasiado delgada, pero lo relevante es que desde que empezó a aplicarse esta norma los casos de anorexia y bulimia no solo no han disminuído sino que según han alertado comunidades como Aragón o Valencia, han aumentado considerablemente. Vamos, que no ha servido de mucho (nada).
Con esto no quiero decir que no me parezca bien que se prohíba la extrema delgadez en los desfiles de moda, sobre todo por la salud de las propias modelos, que son las principales perjudicadas ante según qué demandas estéticas, pero ¿realmente son tantas y tan visibles como para considerarlas causantes de promover trastornos alimenticios? ¿No tendrá mucha más repercusión la imagen de perfección que encontramos habitualmente en cada revista, película, marquesina publicitaria o programa de televisión?
¿Qué tiene más poder de impulsarnos a hacer dieta, la imagen de una chica con aspecto inequívoco de estar enferma que aparece medio minuto en las noticias o los cotizados y omnipresentes cuerpos de Victoria’s Secret?
Algo parecido pasa con el tema de los refrescos, como muy bien plantea El Nutricionista de la General en su blog, no es que la decisión sea mala en sí, pero no tiene mucho sentido aplicarla de forma aislada.
La intención del gobierno francés es la siguiente:
...proteger a la población general de una práctica comercial que promueve la atracción de consumidores a partir de un cebo basado en el consumo excesivo y nocivo para la salud.
Sabemos la cantidad de azúcar que contienen los refrescos, y es evidente que usarlos como reclamo y alentar a que se ingieran en grandes cantidades es perjudicial para el consumidor, pero ¿qué pasa entonces con el resto de anuncios y promociones respecto a los mismos que podemos encontrar tanto en la tele como en el supermercado?
En cualquier caso tanto la obesidad, como la bulimia y la anorexia son problemas muy complejos que no pueden reducirse a acciones tan simples, como si el azúcar o las pasarelas de alta costura fueran los únicos responsables. ¿Se busca con ellas realmente resultados o únicamente aparentar que se hace algo por mejorar la salud de los ciudadanos?
Más información, menos límites
Si se trata de regular mediante prohibiciones ¿dónde ponemos el límite? No solo los refrescos engordan, es más son incontables los productos con alto contenido en azúcar y grasa que se anuncian de mil formas irresistibles, dirigidos además principalmente al colectivo que más protección necesita, los niños.
Hay muchísimos alimentos que nos pueden perjudicar en exceso, pero que no nos van a causar ningún mal si los consumimos de forma muy esporádica, ¿los eliminamos del mercado? ¿cerramos mañana todos los buffets libres?
Personalmente apostaría más por una mejor educación, acompañada de una información exhaustiva, honesta y clara sobre lo que vamos a comer.
Quizá una advertencia en el free refill sobre el contenido calórico que añadimos cada vez que rellenamos el vaso sería de más ayuda, ya que es un conocimiento que podemos trasladar en otros ámbitos, en casa, al hacer la compra etc. En cambio si se elimina esa posibilidad, nada impide que nos inviten a un dos por uno, o a que nos compremos un envase gigante que contenga exactamente lo mismo.
Por otra parte, ¿dónde queda nuestro libre albedrío, como personas adultas y responsables de nuestros actos, para comer o beber lo que nos de la gana? Son tantas las cosas con las que podemos dañarnos, que ni siquiera un estado presidido por Superman podría protegernos de todas, así que más vale que aprendamos a hacerlo por nosotros mismos.
Respecto al tema de las modelos, repito, aunque estoy totalmente a favor de la medida tomada ¿qué tal continuarla, por ejemplo, aplicando de verdad el decálogo de buenas prácticas sobre el fomento de la autoestima y la imagen corporal en los medios de comunicación? Sí, requiere mucho más esfuerzo, choca con muchos más intereses y no resulta tan llamativo, pero sin duda sería un buen comienzo.
¿Qué os parece? ¿Creéis que debemos tomar ejemplo de Francia?
Foto | LOOKBOOK
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