Siempre hay un momento en que aprendemos lo suficiente como para tener algo más que un rimmel y un lápiz de labios. Sin darnos de cuenta, de pronto caemos en que el rinconcito del último cajón del baño ya no es suficiente para contener nuestras nuevas herramientas. No es que nos hayamos convertido en compradoras compulsivas, solo es que hemos avanzado y no somos novatas, sino aprendices de pleno derecho. Y entonces nos preguntamos, ¿cómo guardar nuestros pinceles y brochas?
Aunque no se puede decir de forma absoluta que hay formas buenas y malas de almacenar tus cosméticos, sí hay unas pautas básicas a seguir:
Manténlas lejos de la humedad: la más difícil de las recomendaciones, puesto que el lugar más cómodo para los cosméticos es el baño donde nos arreglamos cada día, pero también la más importante. Sin embargo, con los vapores de la ducha o el baño, las brochas se humedecen y transforman en un apetitoso caldo de cultivo para las bacterias.
Dale a cada brocha su espacio, no las aprietes entre sí, puesto que podrían perder su forma y su eficacia, dejando rayas o marcas en el maquillaje que quieres aplicar.
Separa las brochas por su uso, por ejemplo las que usas húmedas de las que son secas, para evitar el traspaso de productos entre ellas y que así contaminen los productos o tu cara.
Aléjalas del sol: el sol y el calor que produce pueden deformarlas, además de potenciar el efecto de la humedad.
Límpialas regularmente: ¿os he dicho ya que las brochas pueden ser hogar de bacterias? Las brochas acumulan piel muerta y aceites naturales del cuerpo, cada vez que lo tocamos con ellas. La mejor manera de evitar que esto se transforme en una bomba de tiempo para nuestra piel que puede producir espinillas o algo peor, es limpiándolas regularmente.
Siguiendo estos sencillos cuidados lograréis que vuestras brochas duren mucho más y no os causen problemas. Las mías viven en una caja con compartimentos, separadas entre sí, alejadas del sol y la humedad. ¿Cómo guardáis las vuestras?
Foto | stevendepolo
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