En 1914 Guerlain se instaló en plenos Campos Elíseos. Todas las señoras de la época acudieron como abejas a la miel para descubrir este nuevo templo de la belleza. Para la ocasión, Jacques Guerlain creó el perfume Champs-Elysées dentro de una magnífico frasco con la forma del caparazón de una tortuga en cristal de Baccarat (un guiño, a la lentitud con la que esta marca de cristalería francesa realizaba sus pedidos).
Pues bien, Guerlain ha reinterpretado aquel mítico frasco Tortuga de 1914, pidiéndole, otra vez, a Baccarat que lo fabricase en cristal negro. Una auténtica proeza técnica que ha sido factible gracias a la restauración de un viejo molde con más de cien años de antigüedad.
Este excepcional frasco va protegido por un fanal de cristal, con un telón de fondo precioso, que representa el skyline de París realizado en oro de veinticuatro quilates. Un trabajo minucioso realizado por un maestro artesano que trabaja por los Talleres Gohard – empresa especializada en la restauración de los dorados de monumentos históricos tan prestigiosos como el palacio de Versalles o el obelisco situado en la plaza de la Concordia.
El nariz de Guerlain, Thierry Wasser, ha creado un elixir con acordes amaderados y especiados – a imagen y semejanza del París nocturno. Una fragancia de contrastes, a un mismo tiempo sofisticada y untuosa, gracias a la suavidad de la mandarina especiada con toques de cardamomo.
Algunas flores como el jazmín, la magnolia y la flor del naranjo mezclan sus fragancias dando vida a un bouquet inédito, tapizado en sus notas de fondo por la suavidad del haba tonka. El cedro y el incienso aportan el acorde final a este perfume único.
Además de esta versión del extracto del Perfume Champs-Elysées, también se ha hecho una versión Eau de Parfum. Entre pasado y futuro, esta fragancia es toda una declaración de intenciones. Se trata de un floral especiado y amaderado, de esos que parecen esconder fuego debajo del hielo gracias al contraste entre las especias frías y la calientes. Su frasco decorado por una serigrafía en color plateado rinde homenaje a la fachada de la mítica dirección de la boutique, el número 68 Champs-Elysées.
Y, ya puestos, también han hecho una edición limitada del estuchito diseñado por el joyero Lorenz Bäumer añadiéndole un 68 hecho de cristales Swarovski. El Rouge G es una joyita tecnológica, un excepcional objeto formulado con un ingrediente fuera de lo común: polvo de rubí que actúa exaltando el brillo y el color de esta barra de labios, que en su fórmula asocia activos naturales que proceden de medicinas tradicionales como pueden ser la manteca de mango salvaje o la resina de guggul.
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