¿Quién ha dicho que el boxeo es cosa de chicos? Somos muchas (y cada día somos más) las que después de trabajar nos ponemos las vendas y los guantes y nos animamos con un entrenamiento de boxeo o kickboxing. Sin duda, es una de las mejores maneras de ponernos en forma y acabar con el estrés de la vida diaria. ¿Os animáis a probarlo?
Quemar calorías a la vez que te da un subidón de adrenalina es posible con muchos deportes, pero para mí el kickboxing es uno de los mejores, sobre todo si has tenido un día regulero en el trabajo: te pones los guantes, empiezas a dar puñetazos y patas y te olvidas de todo en menos que canta un gallo. Vamos a conocerlo un poco más a fondo y a ver las ventajas que tenemos nosotras sobre los chicos a la hora de practicarlo.
Entrar en una clase de kickboxing puede ser una decisión complicada: generalmente la mayoría de los asistentes son chicos grandes que puede que nos intimiden un poco. Yo tomé la decisión cuando el Body Combat se me quedó corto y andaba buscando nuevos retos: desde luego, pegar a alguien o a algo (al saco, quiero decir) siempre es más motivante que pegar al aire, así que no me lo pensé mucho y entré a ver una clase. Al día siguiente ya estaba preparada para empezar.
¿Qué se hace en una clase de kickboxing?
Las clases de kickboxing suelen tener una duración de una hora u hora y media non-stop para que dé tiempo a practicar técnica y hacer algo de combate. Se comienza siempre con un calentamiento de carácter muy aeróbico que suele incluir saltos con la cuerda, carrera continua incluyendo desplazamientos en todas las direcciones (hacia delante, hacia atrás y hacia los lados, y también algunos saltos) y movimientos para preparar nuestras articulaciones. Hasta aquí, nada que no hayamos hecho alguna vez en el gimnasio.
Una vez terminado el calentamiento pasamos a ponernos las vendas y los guantes, y comenzamos practicando un poco con el espejo: nos colocamos frente a nuestro reflejo y vamos ensayando diferentes golpes y esquivas. Esto se hace también para preparar a nuestro cuerpo y ser conscientes de nuestros movimientos.
Más tarde se pasa a la parte más técnica de la clase, que puede hacerse por parejas o con un saco. El entrenador nos irá marcando secuencias de distintos golpes y esquivas que deberemos reproducir con nuestro compañero. Es importante recordar que, al menos en los pimeros casos, los golpes sólo se marcan: no hace falta pegarle una paliza al que tengamos delante. Una vez que la secuencia salga sola, pasamos a imprimir fuerza y potencia a los golpes.
Para terminar la clase se suelen realizar ejercicios de coordinación, algunos juegos para entrenar la velocidad de reacción (muy importante en los deportes de contacto), algo de trabajo abdominal y una vuelta a la calma con estiramientos.
¿Por qué las chicas tenemos ventaja?
Creo que en lo único en que salimos perdiendo las chicas frente a los chicos en una clase de kickboxing es en la fuerza que se imprime en los golpes, ya que los chicos suelen pegar más fuerte. En cualquier caso, jugamos con la ventaja de que siendo chicas no nos suelen dar muy fuerte, o al menos esa es mi experiencia.
Recuerdo mis clases y veo las ventajas que tenemos nosotras desde el minuto uno: algo tan sencillo para nosotras como puede ser saltar a la cuerda, para muchos de los chicos se convertía en una ardua tarea. No sé si influirá que "la comba" ha sido tradicionalmente un juego de niñas, pero el hecho es que si le das una cuerda a una chica salta sin problemas; un chico... pues no tanto.
La coordinación también juega a nuestro favor. En kickboxing coordinar el juego de piernas y brazos es muy importante, y mi experiencia como profesora de baile me dice que las chicas ganamos en ese sentido. Además, las mujeres solemos tener mayor flexibilidad, perfecta para las patadas altas, y más agilidad ya que somos más menudas.
Así que, ya sabéis: si queréis un deporte diferente donde queméis muchas calorías y además descarguéis todo el estrés probad el kickboxing. ¡Os aseguro que no os arrepentiréis!
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