Vaya por delante que a mí no me gusta especialmente tomar el sol, voy a la playa a bañarme y en cuanto estoy seca o vuelvo al agua o busco la sombra, por eso no deja de asombrarme la cantidad de gente que puede pasarse horas prácticamente inmóvil sobre la toalla mientras se van tostando vuelta y vuelta.
Un estudio publicado por la revista Cell podría haber dado con la explicación a este comportamiento, ya que ha revelado que la exposición crónica a los rayos UV provoca la liberación de endorfinas (esas hormonas que nos hacen sentir tan bien) y ha demostrado que produce una conducta de adicción en los roedores.
Falta validar los resultados en humanos, pero los responsables del experimento creen que es muy posible que en las personas operen mecanismo similares. Tiene bastante sentido si pensamos en quienes sufren tanorexia o simplemente se exponen en exceso al sol aun conociendo los riesgos que esto conlleva.
Al estimularse la producción de endorfinas se activan también los receptores opioides (alivio del dolor) por la misma vía que lo hacen analgéiscos, la morfina o la heroína. En el estudio se encargaron de examinar si este factor podría ser la clave de la adicción a tomar el sol.
Para comprobarlo se crearon dos grupos de roedores afeitados, el primero fue expuesto a la luz UV durante seis semanas y el segundo no. Pasada la primera semana los niveles de endorfinas en el torrente sanguíneo ya habían aumentado solo en el primer grupo, y al finalizar cuando estos roedores recibieron un tratamiento con un fármaco de bloqueo opiáceo (contrario a la acción de las endorfinas) sufrieron síntomas de abstinencia, incluidos temblores y castañeo de dientes.
Esto no ocurrió con los roedores del segundo grupo, ni tampoco con ratones modificados genéticamente que no eran capaces de liberar endorfinas.
En palabras del investigador Fisher:
Es sorprendente que genéticamente estamos programados para volvernos adictos a algo tan peligroso como la radiación UV, que es probablemente el carcinógeno más común en el mundo
Lo más lógico es pensar que esto se debe a que los rayos de sol son una fuente importante de la tan necesaria Vitamina D, aunque también podemos adquirirla a través de la alimentación.
Habrá que estar atentos a qué caminos sigue el estudio y a qué conclusiones llega, un paso más que puede contribuir a la educación y prevención en cuanto a los riesgos de tomar el sol.
Foto | Kimdokhac
Vía | Europa Press
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