“Querida Nuria, somos tus diez uñas de las manos y tenemos un ultimátum para tí....”. Esta podía ser la nota de alerta si mis uñas tuvieran conciencia y pudieran hablarme, ¡me las tengo que cuidar más!. Me he propuesto llevarlas preciosas a partir de ahora, sin embargo mi gran problema es que una vez que están largas por no estar atenta se me rompen por mis malos hábitos a la hora de usar las manos.
Por eso voy a hacer una lista de las acciones donde más se me rompen las uñas y os animo a que hagais lo mismo. Teniéndola muy presente se hará más difícil que tantas semanas se vayan ¡cuerpo a tierra!. Cuando una uña hace ¡crack! no puedo evitar sentir fatal días después y en cuestión de horas van todas a la basura.
De entrada os diré que las tengo bastante duras, ¿es una ayuda?, depende, resisten bien los golpes pero eso hace que salga el trozo entero cuando se parte. Por el contrario y aunque parezca raro además de duras las tengo flexibles donde comienza la carne y cuando no se me rompen se me doblan y me sale la típica raja en lo extremos. Esta es más fácil de cuidar ya que a veces limándolas se va arreglando, pero la uñas pierden forma y no me gustan muy afiladas.
Picaporte. Creo que uno de los sitios donde más se me rompen las uñas, en los picaportes de las puertas de mi casa, si me dieran a elegir ahora los pondría todos de pomo. Mi solución no llevar toda la mano extendida y al ir acercando mi mano ya llevar los dedos doblados ligeramente.
Nevera. Si estoy atenta no me suele pasar, pero cuando ya la has abierto varias veces estando cocinando se me va el santo al cielo y ¡zás! al ir a abrirla salta una de mis uñas contra la pared del agarradero.
Coche. Muy similar a la nevera, voy a abrir la puerta y cuando menos me lo espero y más largas las tengo se me rompe una uña de golpe. Me dan ganas de pegar al coche o rayarle enterito con las llaves.
Lavavajillas. Colocando la loza no me suele pasar, pero los cubiertos me tienen manía.
Cuchillos. Los mismos de antes, picando ajo o cebolla el filo del cuchillo se suele mosquear con mi uña del dedo pulgar, ¡la que más larga y dura que tengo!. En muchas ocasiones con la lima basta para arreglarlo pero no me gusta llevar las uñas desiguales, creo que voy coja de un dedo.
Jaime. Mi hijo pequeño tiene la extraña costumbre de jugar de tal manera que siempre me acaba doblando alguna uña. ¿Mamá de pitiminí?, en este caso no soy así, juego con cuidado y sutilmente voy escondiendo mis manos de mi pequeño spiderman.
Seguramente después de escribir se me ocurrirán decenas de situaciones parecidas pero no puedo ponerlas todas, os dejo a vosotras un hueco en los comentarios para que me conteis en qué momento se os rompem más las uñas. Juntas estaremos más unidad frente ¡al enemigo!
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