Comer de forma sana y saludable es una de las mejores decisiones que podemos tomar y que tendrán repercusiones positivas tanto en nuestro aspecto exterior como en nuestro organismo a nivel interno... Siempre y cuando no perdamos el control.
Aunque todavía no esté catalogada como un trastorno de la alimentación, la ortorexia u obsesión por la comida sana es una de las amenazas para nuestro bienestar físico y emocional. La ortorexia va más allá de una cuestión de estética o de moda: el hecho de obsesionarnos con el clean eating o "comer limpio" puede desembocar en problemas de malnutrición.
La historia de The Blonde Vegan
Un ejemplo de hasta dónde nos puede llevar el hecho de obsesionarnos con la comida sana lo refleja la historia de Jordan Younger, autora del exitoso blog de comida anteriormente conocido como The Blonde Vegan, y que ahora ha pasado a llamarse The Balanced Vegan.
Jordan creó en 2013 su perfil de Instagram, que a día de hoy cuenta con más de 120.000 seguidores, y unos meses después abrió su blog. A través de las redes Jordan hablaba a sus seguidores sobre su estilo de vida y su opción de alimentación, basada en el consumo de vegetales. Parecía una vida ideal, llena de inspiración y de bienestar, pero parece que esto sucedía solo de cara a la galería.
Jordan comenzó a obsesionarse con el hecho de "comer limpio" y a menudo se embarcaba en procesos de desintoxicación a base de zumos verdes (de los que ya hemos hablado y os hemos dicho que no sirven para nada: no desintoxican el cuerpo porque no hay toxinas que eliminar) que duraban generalmente unos diez días, y que la llevaron a un estado de malnutrición. La falta de nutrientes en el organismo de Jordan hizo incluso que se le retirara la menstruación, uno de los signos más evidentes de que algo no va bien en el cuerpo de una mujer, y le hacía levantarse sin energía y de mal humor.
Jordan pasó de comer sano a obsesionarse cada vez más con los alimentos, creando miles de reglas que la estresaban y la impedían disfrutar de la comida. Comenzó a tener miedo de ciertos alimentos: se alejó de todo aquello que no fuera libre de gluten, azúcar, aceites o de origen vegetal.
La ortorexia golpeó a Jordan no solo físicamente, sino también en el plano mental. La obsesión por llevar una dieta lo más limpia posible la llevó a ser alguien que no era. Como respuesta, cambió el enfoque de sublog: olvidó el veganismo (y perdió más de 1.000 followers en Instagram) y apostó por una dieta más saludable que cubriera todas sus necesidades nutricionales.
¿Ser vegano nos puede llevar a la ortorexia?
Llegados a este punto, seguro que muchas os estaréis planteando si el hecho de ser vegano o vegetariano, o de optar por no consumir cierto grupo de alimentos puede llevarnos a padecer ortorexia. Y el hecho es que no tiene por qué haber relación, siempre y cuando hagamos las cosas bien.
Siempre que nos planteemos un cambio más o menos drástico en nuestra alimentación, lo primero que debemos hacer es consultar con un profesional, en este caso un dietista-nutricionista, que nos planteará una dieta a nuestra medida y en la que no tengamos carencias nutricionales, suplementándonos en caso de que sea necesario.
Si vamos por libre podemos caer en la trampa de eliminar grupos de alimentos necesarios para nuestro organismo, no saber gestionar nuestra alimentación y nuestros menús y caer en una espiral de excesivo auto-control y disfunciones alimentarias.
La diferencia entre comer limpio y la ortorexia
La clave siempre está en no obsesionarnos y en dar a las cosas la importancia justa que tienen. "Comer limpio" no es difícil si lo basamos en tres pasos: compra alimentos frescos y no productos procesados, cocina en casa y come lo suficiente. Parece sencillo, ¿verdad?
Diría que el primer paso es el más importante de todos: es muy sencillo llegar al súper y llenar el carro de alimentos procesados con reclamos como "bajo en grasas" (cuando en realidad están repletos de azúcar) o "bajo en calorías" (cuando realmente contiene un buen puñado de grasas trans). Deja de lado los productos procesados y apuesta por productos frescos : frutas, verduras, hortalizas, legumbres, carnes y pescados en el caso de que no seas vegetariano o vegano, cereales integrales (de los de verdad, no de los de desayuno que vienen cargados de azúcar), lácteos con o sin lactosa... La oferta es enorme. Si además compras alimentos de temporada y de producción local, mejor que mejor.
Cocinar en casa, o cocinar lo que comes, es primordial para una dieta sana y limpia. Opta por métodos de cocción que no sumen calorías y grasas saturadas a tu dieta, como al vapor, en el wok, al papillote, cocidos, al horno, a la plancha... Prueba distintas recetas y combinaciones: la cocina está para experimentar e innovar, y puede ser una forma de deshacernos del estrés en nuestro día a día.
Por último, si cuidas tu alimentación con la idea de bajar de peso, recuerda que debes comer mejor, no menos. Si ingerimos menos calorías de las que necesitamos de forma recurrente es muy probable que caigamos en la tumba metabólica, y que por más que sigamos bajando calorías no perdamos ni un gramo. Come lo que necesitas, ni más ni menos, y asegúrate de que tu alimentación es variada y que cubre todas tus necesidades de nutrientes diarias.
Es importante que nuestra alimentación no condicione nuestra vida social, familiar ni nuestro trabajo. Comprar, cocinar y comer deben ser actividades sociales integradas en nuestro día a día, y no un martirio al que enfrentarnos tres veces por día.
¿Conocéis a alguien que haya podido caer en la ortorexia?
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