Todos los consejos son pocos para cuidar la piel sensible, pero a veces podemos pecar de cuidarla demasiado y hacer que se pueda irritar más. Un buen truco es cuidarla como hacían nuestra madres con nosotras, con sencillos consejos y muy pocos potingues. Lo importante es no ahogar la piel y cuidarla sin asfixiarla.
Hay que poner especial atención sobre todo al gel que usamos en nuestra ducha diaria, este debe ser lo más suave posible. El uso de la avena y los geles con glicerina pueden convertirse en grandes aliados. Aunque siempre no es oro lo que reluce, aquí hay que prestar atención a que los geles sean de calidad, no siempre el lema “con extracto de avena o con glicerina” cumple lo prometido o entres sus ingredientes se abusa de otros que nos pueden hacer daño.
Cuando la ducha es diaria no hay que abusar de frotar con una esponja la piel sensible ¡no puede estar tan sucia como para someterla a tanto castigo!, prueba a hacerlo con las palmas de las manos, así la piel se irritará menos. Otro apunte en el cual no solemos caer es poder lavarnos a parte la cabeza del cuerpo, los restos del champú, mascarillas y suavizantes también pueden chocar con la piel sensible.
Después del baño hay que alimentar nuestro manto protector, lo mejor será hacerlo con cremas especiales para tal fin. La piel sensible se irrita con facilidad, no hay que hacerla enfadar, el consejo de los geles también hay que aplicarlo a las cremas, las específicas para pieles sensibles pueden ayudarte mucho pero hay que buscar la adecuada.
Y llegamos a la parte olorosa de nuestro plan de cuidado, no abuses de colonias, fragancias ni de perfumes, lo único que puedes conseguir es tirar por tierra los cuidados anteriores. Lo podemos hacer en las partes más fuertes de nuestro cuerpo, elige los hombros antes que en el cuello y en las manos elige las palmas antes que la parte interior de las muñecas.
Imagen | Mait Juriado
En Arrebatadora | Mascarilla Hydracristal de Uriage, para pieles sensibles y apagadas, Cuidados de la piel en invierno