Lo voy a escribir en rojo y voy a colgar el cartel en la portada del blog: la espuma de pelo no debe resecar el cabello nunca. Es la principal exigencia que debes tener clara cuando estés evaluando los resultados de tu espuma.
Da lo mismo si es normal o fuerte: dar un toque de espuma a tu peinado debe mejorarlo tanto en la forma como en la protección del cabello. Si no es así, cambia de espuma porque te lo vas a estropear. Puede que sea de mala calidad o que contenga demasiado alcohol.
En los productos de acabado es en los que evitamos gastarnos nuestro presupuesto pero a la larga nos arrepentimos. La gomina, el fijador o la espuma son tan importantes como el champú o el suavizante: deben tener un mínimo de calidad.
La mía es de René Furterer y escogí la fijación fuerte porque es la adecuada para moldear mi melena escalada y ondulada. Es un ejemplo perfecto de cómo debe funcionar tu espuma.
- El peinado queda bien fijado pero sin acartonar el cabello.
- Una mínima cantidad es suficiente: la espuma cuesta unos 14 euros pero cunde muchísimo.
- No seca el pelo ni lo estropea en modo alguno.
Al contrario, forma un film invisible protector del cabello el cual notas cuando te lo lavas. Al mojar el cabello antes de aplicar el champú, notas cómo el agua arrastra una capa de producto que no eras consciente que tenías puesto. El cabello se beneficia doblemente: mejor forma de rizo y protección antideshidratante.
Cualquier otro resultado que no sea así de satisfactorio, no lo aceptes. Sé exigente con la espuma para el pelo, ello significa también que sea de calidad. Verás cómo tu cabello mejora en calidad.
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