A estas alturas ya podemos afirmar que el fenómeno de los selfies no es algo pasajero. Las celebrities los adoran, pero el resto de las mortales tampoco nos quedamos cortas, ya sea como protagonistas o como curiosas observadoras de los autorretratos de los demás.
Tomando café, con la cara lavada, mostrando un nuevo maquillaje… las posibilidades son infinitas y parece que las ganas de compartir cada momento nunca terminan. ¿Será por qué es más fácil mostrar nuestro lado bueno cuando nos sacamos nosotras mismas la foto? ¿Inseguridad? ¿Ego?
Algunos estudios polémicos
Con el fin de resolver estas y otras cuestiones, se llevó a cabo una investigación en la Universidad de Brunel (Londres) para la que recopilaron la opinión y análisis de 555 usuarios de facebook, confrontando sus resultados en el modelo de los cinco grandes de la personalidad, con su número y tipo de actualizaciones en la red social.
Entre sus conclusiones destaca la personalidad narcisista de los usuarios que comparten más selfies y actualizaciones de estado. Además este tipo de fotos (especialmente si los muestran practicando deporte) son las que más “me gusta” y comentarios reciben, reforzando así la conducta de las personas con una necesidad mayor de atención.
Pero eso no es nada comparado con los resultados publicados en la revista Personality and Individual Differences, que examinando el comportamiento de 800 hombres (entre 18 y 40 años) observaron que el narcisismo y la psicopatía predecían un mayor número de selfies publicados y el narcisismo y la auto-objetivación se relacionaban con un mayor tiempo dedicado a editar y retocar dichas fotos.
Curiosamente no participaron mujeres en este estudio ¿hubieran obtenido los mismos resultados? Habrá que esperar a otros trabajos para saberlo.
Reafirmando nuestra identidad
Pero no todo va a ser patológico en esta vida, Jennifer Ouellette, autora de "Me, Myself and Why: Searching for the Science of Self" afirma que este tipo de retratos alimentan una necesidad psicológica de reclamación de la identidad personal en un nuevo territorio, en la vida real o el ciberespacio. De cómo deseamos ser percibidos. Algo así como decir “¡Eh! aquí estoy, esta soy yo”.
Todos tenemos la necesidad de afirmar qué o quiénes somos y crear una imagen que mostrar al mundo nos sirve de apoyo en eso. La diferencia con el narcisista es que este se preocupa en exceso por cómo lo ven los demás y solo busca satisfacer su vanidad en la admiración de sus atributos, en este caso físicos.
Danny Bowman, considerado el primer “selfie adicto”, se hacía unas 200 fotos diarias e incluso intentó suicidarse por temor a no conseguir la foto perfecta. Este deseo obsesivo por tomar imágenes de uno mismo refleja una gran falta de autoestima y puede derivar en trastornos psicológicos como la dismorfia corporal, que consiste en una preocupación excesiva por la apariencia.
La mirada del otro es fundamental en la constitución del “yo” (un buen ejemplo de esto lo protagonizó hace unos días Tira Banks) pero esa realimentación que antes se limitaba a nuestro círculo más cercano (padres, hermanos, amigos…) ahora se compone de una multitud de usuarios de la red, en muchas ocasiones incluso desconocidos. Llegamos a más gente, pero la conexión también es más efímera, de ahí que algunas personas necesiten repetirla una y otra vez.
Aunque todo esto no impide que una gran mayoría tengamos ganas de compartir un selfie de vez en cuando por estar en contacto con el grupo, mostrar qué estamos haciendo o simplemente por seguir la moda. Yo me hago pocos porque no soy precisamente fotogénica, pero reconozco que cuando subo alguno me encanta que me digan lo guapa que estoy (aunque me haya costado varias tomas conseguirlo). Espero que no sea grave ¿Le pasará lo mismo a Kim Kardashian?
Foto | Katy Perry - María Valverde - Kim Kardashian Instagram
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