“Sublimage”, siempre me ha gustado ese nombre. Me parece que está muy bien traído por aquello de sublimar la imagen cuando se habla de tratamientos cosméticos, y más si van firmados por Chanel.
Desde el 2006, las mujeres contamos con un estupendo aliado, una crema con auténticos poderes reconocidos por las afortunadas que la han podido probar. Esta joyita ha dado origen a toda una línea, la mar de completa.
Pero cuenta con dos productos insignias que no cejan en su empeño de investigar, para reinventar su alianza entre ciencia y sensorialidad. Me estoy refiriendo a Sublimage La Crème con su poderoso activo extraído de la vainilla de Madagascar.
Y a Sublimage L’Essence que extrae su potente activo de la flor de oro del Himalaya. Un poderoso catalizador de la juventud que, en el 2010, abrió un nuevo campo en lo relacionado con la destoxificación celular.
Para Chanel no hay belleza sin luminosidad. Esta búsqueda incansable de la luz es la que les sigue animando a investigar, para superar nuevas etapas y proporcionar a las mujeres las herramientas con las que puedan lograr una piel perfecta, firme, sin mancha y sin arrugas, radiante independientemente de la edad que se tenga.
Como todo tejido vivo la piel se nutre, y también dispone de un mecanismo natural de eliminación de toxinas que, sin embargo, se va ralentizando con el tiempo. Por culpa del cansancio, del estrés, de la contaminación, y del ritmo de vida desenfrenado que solemos llevar, las toxinas que vamos acumulando no se reciclan correctamente, por lo que se van acumulando, favoreciendo la alteración de la barrera cutánea.
Como resultado, la acumulación de estas toxinas obstaculiza el funcionamiento celular. Todas las síntesis se ralentizan, la capa córnea de la piel pierde su capacidad para filtrar, difundir y reflejar la luz. La piel parece asfixiada por culpa de todos estos enemigos invisibles.
Sublimage L’Essence de Chanel es capaz de reactivar el proceso natural de eliminación de toxinas, para que una vez purificada, la piel pueda aprovechar al máximo los activos que recibe, revitalizándola y reanimándola.
Como os comentaba al principio, el producto está formulado con la flor de oro del Himalaya y con la planta de la harungana. De estas dos plantas se extraen potentes activos que se completan que destoxifican tanto en el corazón de la célula como en la superficie de la piel. Así pues, ¡doble destoxificación!
Para eliminar las toxinas celulares, las moléculas extraídas de la flor de oro estimulan dos enzimas que son las que eliminan las proteínas y los lípidos dañados, al tiempo que protege y aumenta la producción mitocondrial, estimulando de esta forma todo el mecanismo celular.
La harungana de Madagascar es una planta con mucha capacidad para captar el CO2, y para utilizar la luz como principal fuente de energía. Como tiene forma de sombrilla, preserva la humedad en el suelo, favoreciendo los cultivos después de la tala o la quema que tantos destrozos crean en la zona.
De las hojas de la harungana se extrae un activo, un extracto que activa las enzimas esenciales para la renovación epidérmica. Gracias a él, las toxinas presentes en la superficie de la piel (los radicales libres), y también las células o límpidos oxidados son elminados.
Aplicar unas gotas, por la mañana y por la noche, sobre la piel limpia masajeándola. Destoxificada por dentro y por fuera la piel gana vitalidad, transparencia, suavidad y luminosidad. Precio: 360,00 euros (30 ml). Ahora con el Photoshop ya no te puede fiar de nada pero, ¿os imagináis lo estupendo que sería si este producto fuese capaz de iluminarnos la cara como a Diane Kruger? Claro que, que el que te fotografie sea Peter Lindbergh también ayuda.
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