Nos estresamos cuando creemos que una situación que tenemos que afrontar sobrepasa nuestras capacidades, ya sea porque es demasiado complicada o porque nos resulta extenuante.
Teniendo esto en cuenta es muy común que los preparativos de boda te desquicien un poco, con tanto por hacer y tan poca experiencia al respecto. Por eso hoy te animamos a respirar hondo, recuperar la mejor de tus sonrisas y enfocarte en lo realmente importante. Al fin y al cabo, las celebraciones son para disfrutarlas ¿no crees?
Relativiza, relativiza y relativiza
Las emociones están conectadas con el pensamiento, así que ante los pequeños problemas que puedan surgir, lo que nos decimos es clave. No nos sentiremos igual si ante un percance (léase maquillaje, peinado, vestido, tarjetas etc.) nos repetimos una y otra vez ¡Es terrible! ¡Todos va a ser un desastre! ¡Por qué todo me pasa a mí! Que si procuramos tener una visión más global, salimos del torbellino mental en el que estamos metidas, y de forma objetiva nos damos cuenta de que no es tan grave.
Un buen truco es imaginarte observando el mismo problema a los 80 años, como un recuerdo. Seguro que no es para tanto, en momentos así lo que se valora es que fue un día muy especial en tu vida, en el que decidiste compartirla con la persona que amas.
Él está bien, tú también, os queréis… el resto puede solucionarse, o en cualquier caso siempre será algo secundario. Además relativizar no solo ayuda a calmarse y tener un buen estado de ánimo, también contribuye a resolver mejor las situaciones.
Por otra parte, nadie va a estar tan pendiente de ti como tú misma. Ese granito que no puedes parar de contemplar con horror, seguramente resulta imperceptible para todo el mundo, que no está mirándolo fijamente como haces tú, porque está viéndote en conjunto.
Una vez me puse lentillas de colores para hacer una broma a mi familia y ¡no se dieron cuenta! algo parecido pasa muchas veces con las cosas referentes a nuestro aspecto que más nos preocupan.
Es tu día (vuestro día), no lo olvides
En las bodas todo el mundo tiene algo que decir, sugerir o incluso censurar, pero tienes que tener muy presente que tú eres quién toma las decisiones. Una postura que puedes comunicar a los demás siempre que sea necesario desde el cariño y el respeto. Al final es muy probable que lo entiendan, o al menos que dejen de dar la lata.
Ser una novia al gusto de todos es una tarea imposible, pero si estás realmente contenta con tus elecciones, si te sientes cómoda y guapa, no necesitarás las opiniones de nadie. Vístete, péinate y maquíllate de forma que te ilusione, no importa si vas “adecuada” o no para una boda, al fin y al cabo ¿quién decide eso?
Para finalizar, evita el pensamiento mágico, nos encanta imaginar que todo va a ser absolutamente perfecto, pero la realidad se encarga de demostrarnos lo contrario. Si algo no sale como esperabas afróntalo con humor, después de todo si ya has sido tan valiente como para tomar la decisión de casarte, el resto tiene que ser pan comido.
Seguro que un día hasta recuerdas con nostalgia todas esas cositas que hoy te están poniendo de los nervios... ¿Preparada para dar el Sí quiero?
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