Los serums son productos mucho más concentrados que las hidratantes normales, pudiendo llegar a contener hasta un 70 % de ingredientes activos, que son los que realmente producen un efecto sobre la piel o corrigen un problema. Para que os hagáis una idea, una crema de día contiene entre un 3 y un 5 % de ingredientes activos y una de noche entre un 10 y un 15 %. Son productos bastante caros y que en los últimos años aparecen por doquier en todas las marcas de cosmética, incluso en las más baratas.
En general sus principales funciones son: firmeza, normalización de la secreción sebácea, reducción de los signos de la edad y regeneración celular, por lo tanto podríamos dividirlos en tres tipos: hidratantes, reafirmantes y con vitaminas (generalmente C aunque poco a poco se van incorporando serums antioxidantes). En el mercado español son esos tres tipos los que predominan, aunque poco a poco van entrando productos del extranjero que son poderosos cócteles de vitaminas y compuestos antiedad, de los que mi favorito es el SuperSerum de IS Clinical, una marca que sólo se vende online en páginas especializadas.
La mayoría de los serums vienen en un envase un poco demodé, con pinta de botica antigua, con su dispensador o bien cuentagotas y en un cristal opaco para que no se pierdan las propiedades en contacto con la luz. Si sois novat@s en el mundo de los serums os recomiendo que comencéis con el nuevo que ha sacado L'oreal, Derma Génesis, con ácido hialurónico frente a los primeros signos de la edad.