Por lo general, hacia finales del verano nos relajamos bastante en cuanto a los buenos propósitos con los que comenzamos. Lo noto en la actitud de mis amigas, en la mía y en la de cuantos me rodean. Todos los años pasa lo mismo, unas están hartas de darse crema, otras de no comer dulces y otras tantas hemos abandonado
cualquier actividad física. Sin casi darnos cuenta, poco a poco comenzamos a incumplir nuestras promesas y a desbaratar nuestros buenos propósitos. "Hoy no me doy crema, por un día no pasa nada", "Total que más da otro pastel", “Una cervecita más", son algunas de las sentencias que escucho más a menudo o pronuncio yo misma.
Cuando volvemos a casa después de las vacaciones, muchas nos vemos envueltas en la rutina, con el bronceado como único recuerdo del verano porque durante los últimos días de este, cogimos peso y perdimos nuestra buena forma física. Así, nos metemos de lleno en la fase del invierno, en muchas ocasiones, sin disfrutar de todos los efectos, de esta temporada mágica, que podríamos haber prolongado durante una buena parte del otoño.
Este año me he propuesto unas pequeñas normas para terminar el verano. Voy a ser inflexible. La primera: que no decaiga el espíritu de los primeros días. Sé que sí cumplo estas pautas, disfrutaré más tiempo de todos los beneficios que estoy alcanzando durante mis vacaciones y pasaré un otoño mucho más positivo y saludable ¿Queréis conocerlas?
La alimentación
Si he sido capaz de comer de manera sana y disfrutar de las ventajas que me aporta, ¿porque no continuar? Ya habrá tiempo para consumir más calorías cuando llegue el frío. Durante estos días he descubierto todas las propiedades que conlleva comer ensaladas, frutas y beber zumos e infusiones frías. Estas últimas las preparo por la mañana, con canela, zumo de naranja o limón y sacarina, y las tengo en la nevera. Suelo hacer té, menta, manzanilla o alguna de esas combinaciones que ahora venden preparadas. Cuando me apetece un helado o un pastel tomo una de estas infusiones, muy fría y con hielos. Son refrescantes y no aportan calorias. Si lo hacéis descubriréis que están deliciosas y sustituyen perfectamente la sensación que produce tomar un helado.
En cuanto a comer de forma equilibrada, me hace sentir mejor. Pavo asado, pollo frío, huevos cocidos, gazpacho, crudités, cremas de verduras, espárragos, sandia, melón... Recurrir a comidas con grandes aportes calóricos puede resultar muy tentador cuando tengo apetito y estoy cerca de un chiringuito, pero tomar la opción ligera me compensa, porque estas comidas son ricas, nutritivas, mucho más saludables y me aporta la satisfacción de cumplir con un objetivo. El único requisito: estar pendiente a la hora de elegir qué comer.
No a la desidia
Es cierto que necesitamos un descanso, pero eso no implica no movernos de la tumbona porque puede hacernos caer en la desidia y la monotonía. Este peligro recae sobre todo en las que habitualmente no hacemos deporte, ya que las deportistas tenéis más disciplina y constancia. De nada vale comer de manera equilibrada sí no movemos un músculo. Para las poco deportistas os propongo mi fórmula para el verano: caminar y nadar.
Los mejores momentos para andar son primerísima hora de la mañana o última de la tarde. Si estáis en la costa, ¡por la mañana, la playa es vuestra! Sí tenéis oportunidad es muy beneficioso caminar una hora (o un poquito más), a paso ligero, descalzas por la orilla. Si preferís hacerlo por un paseo marítimo, no olvidéis utilizar el calzado apropiado. Yo he incorporado a mi rutina las zapatillas GOWalk de Skechers porque además de ser extremadamente ligeras, tienen una tecnología que equivale a andar descalzo.
Son muy prácticas para usar a cualquier hora del día, ya que permite que el pie se mueva de manera natural y protege de los impactos (amortiguación Resalyte). Con forma de alpargata, bailarina o deportiva con cordones son ligeras, flexibles (360 grados) y su suela esta provista de sensores GOimpulse que proporciona un paso natural. Además están pensadas para caminar sin calcetines, gracias al sistema Integrated OrthoLite, una plantilla antimicrobiana que, además, evita el deslizamiento. Su precio, desde 54,95 euros.
En cuanto a nadar, puede que os cueste al principio si no estáis acostumbradas, pero es una cuestión de práctica. Hasta a las que sólo podéis hacer un largo (como yo hasta hace poco) os puede sorprender que en pocos días seáis capaces de alcanzar un buen fondo. Creo que el secreto es disfrutar de la natación y tomarlo como una disciplina que os aporta relax, placer y diversión. Sus beneficios son innumerables, sólo tenéis que observar, mientras practicáis, los músculos que nunca moveríais sí no fuese gracias a este deporte. No olvidéis la natación de espalda.
Si vais temprano a la playa podréis descubrir un montón de opciones para no deportistas que se quieren mantener en forma porque, a esas horas, aparte de los "supergimnastas", hay muchos aficionados, que disfrutan de actividades como el yoga, abdominales o simples ejercicios de brazos. Lo importante es mantener una buena forma física y tonificar.
La hidratación debe continuar
Hay que reconocer que dar crema todos los días puede llegar a ser muy cansado, hacia mitad del verano estoy harta de darme el protector solar e hidratarme a la vuelta de la playa o la piscina ¡Aquí esta el peligro! Sin embargo, esto no tiene vuelta de hoja, hay que seguir protegiéndose, hasta el final, aquí no cabe el perdón. Y sí queréis estar realmente impresionantes en otoño y prolongar vuestro aspecto, hay que continuar hidratando y cuidando la piel todos los días porque, de verdad, después de grandes sesiones de sol, agua y viento, lo necesita.
Recordad tres claves de este verano para pasar un gran otoño: alimentación, deporte e hidratación.
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