Una vez más, empezará el año nuevo y los gimnasios volverán a llenarse como si fueran el único sitio con calefacción en invierno. Ponernos en forma en el gym es uno de los propósitos más generalizados por estas fechas y ¡está muy bien! pero teniendo en cuenta la gran cantidad de gente que empieza pero después no continúa, es mejor ser prudente a la hora de elegir cómo lo vamos a pagar.
Della Vigna y Ulrike Malmandier, colaborador de la Universidad de Berkeley, analizaron los registros de tres gimnasios de Estados Unidos que detallaban la asistencia de unos 8.000 usuarios durante tres años. Teniendo la opción de pagar por pases de diez visitas, casi todos habían escogido un contrato mensual o anual.
La motivación principal era gastar menos, pero la realidad es que en general la mayoría de los usuarios del gimnasio acudían unas cuatro o cinco veces al mes, en lugar de las diez que esperaban ir, pagando unos 700 dólares de más de media.
Para mí que voy a un gimnasio low-cost estas cantidades me parecen exageradas, pero si es verdad que entre la opción mensual, trimestral o anual todos ofrecen un buen ahorro que puede darse la vuelta si luego no lo utilizamos. Los centros diseñan los contratos sabiendo que difícilmente cumpliremos lo que tenemos planeado, así que es mejor ser realistas y comprometernos a largo plazo cuando ya llevemos algo de tiempo entrenando y hayamos creado un hábito.
Della Vigna no podría explicarlo más claro:
A menudo caemos en la autocomplacencia por costes iniciales que parecen bajos. Al fin y al cabo, hay una razón por la que las habitaciones del hotel en Las Vegas son baratas y por la cual los planes de telefonía móvil ofrecen minutos “gratis”: tanto los casinos como las compañías de teléfonos móviles saben que usted sobrestimará su autocontrol.
En el gimnasio no solo se entrena el cuerpo, también la voluntad. ¿Alguna vez os habéis apuntado y habéis hecho poco (o ningún) uso de sus servicios?
Quizá ya va siendo hora de cambiar eso...
Foto | adifansnet
Vía | Xataca Ciencia
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