La marca de cosmética natural Alqvimia tiene la sede administrativa, la fábrica y el control de calidad en Tortellà, Girona. En este encantador pueblecito rodeado de montaña está la esencia de Alqvimia. La viví en primera persona y voy a contaros lo que aprendí.
La foto principal corresponde a la Masía Can Duran, un lugar de paz donde su fundador, Idili Lizcano, empezó seleccionando los mejores aceites esenciales, a mezclarlos con aceite vegetal para obtener diversos productos acabados. Era el año 1984.
Desde el inicio supo que quería hacer cosmética 100% natural, es decir, todos los componentes de las fórmulas de Alqvimia son de origen natural. Los ingredientes químicos no son una opción. Tuve la suerte de coincidir con Idili Lizcano, al preguntarle por los conservantes: "Son todos antioxidantes de origen natural. Los químicos son veneno".
Perfumista de profesión, Idili siempre se interesó por las plantas aromáticas y adquirió conocimientos en Las Alpujarras antes de crear su empresa. Unidos a otra de sus pasiones, la alquimia, una filosofía de transformación hacia algo bello, puro y sublime nació la marca.
Esta transformación es la filosofía de trabajo de Alqvimia, saber qué aceites esenciales mezclar para que tengan unas propiedades holísticas superiores a las individuales. No solamente ofrecen embellecer, también mejorar el estado de ánimo, el equilibrio.
Estáis viendo en estas fotos el exterior y el interior de la masía. Idili se instaló en la planta baja y trabajaba en el primer piso (fotos inferiores). A medida que la empresa se ampliaba, las habitaciones se remodelaban para la secretaria, para administración, el salón se utiliza ahora como sala de recepción de visitas y algunos eventos. Idili terminó cambiando de vivienda.
Los muebles sin pulir llegados desde México, la decoración de plafones con bellezas clásicas, los colores elegidos para las paredes reflejan esa esencia de Alqvimia. Estas escaleras llevan al primer piso donde actualmente trabaja el personal de contabilidad y la antigua sala de trabajo de Idili.
Imaginaos subir las escaleras (y son tan empinadas como parece en la foto) con garrafones de materias primas. En todos los rincones de la masía hay alambiques antiguos y vitrinas con botellas de farmacia antiguas. Lo tienen todo precioso, impecablemente conservado desde los suelos antiguos hasta las vigas de madera del techo.
Al contrario de los que muchas personas creen, Alqvimia no produce aceites esenciales. Los selecciona y los trabaja, fusionándolos en aceite vegetal y creando un producto de acabado. Los aceites esenciales que comercializan los compran a proveedores de todo el mundo, adquiriendo solamente el mejor aceite esencial: Australia, Egipto, India, Marruecos.
Por ejemplo, el de rosa mosqueta proviene de Chile. Algunos de ellos son de la zona, el mejor aceite esencial de romero y de hipérico son nacionales. Hacer llegar estos productos de por sí carísimos desde distintos puntos internacionales tiene un coste. El coste de ofrecer la mejor calidad.
Aunque hay dos grandes ventanales, ese día tuve suerte porque era muy soleado. Trabajar allí debe ser un placer: por la paz de la masía, por el ambiente silencioso en el que trabajan, por ese sol que daba de lleno a la estancia. Me transporté mentalmente a la época de la cosmética y la perfumería tradicionales.
Frente al órgano de aceites esenciales, casi todos comercializados por la marca en sus tiendas, nos enfrascamos en una cata de aceites esenciales. ¿Sabéis qué es un PAE? Es un preparado con varios aceites esenciales puros listos para diluir en aceite vegetal.
Hablamos del mal uso que los usuarios hacen de los aceites esenciales. Se trata de la esencia de la planta aromática, lo más puro. Consecuentemente lo más concentrado, nunca debéis aplicarlo directamente sobre la piel sin diluir. Os exponéis a una reacción de irritación de la piel.
En la parte inferior de la masía, bajo el arco y frente al jardín, dos diseñadores trabajan en el diseño del packaging y displays de Alqvimia. Les comenté que la nueva imagen de las etiquetas y las cajas de presentación de los productos había ganado mucho. Menos barroco y con colores más claros, la imagen es más moderna.
Cambiamos de ambiente y nos fuimos hasta el centro de Tortellà. El Departamento de Control de Calidad y producción están en la fábrica, una casa reformada donde solamente 3-4 personas están al cargo. Rosi, Emilia, Tura y en ocasiones Quim son todo el personal que se dedica a envasar, etiquetar y preparar las cajas para su expedición. ¿Os podéis creer que es la única línea de producción? Flipé.
Como flipé con el control que han establecido de entradas, salidas, la cuarentena de materias primas, la limpieza meticulosa de la sala de mezclas más todos los rincones de la fábrica y el almacén de materias primas llegadas de todo el mundo. Etiquetas verdes y rojas, listas de todo tipo, ninguna caja sin referencia y todas apiladas correctamente. No os imagináis lo pequeña que me pareció la fábrica pensando en las expediciones a todos los países de su mercado.
El control de calidad se realiza antes y después, es decir, a las materias primas que llegan y al producto acabado, también. Solamente tras ese control aparece la etiqueta verde en sustitución de la roja: listo para enviar a tiendas.
No pude hacer fotos por razones obvias. Las convencí para que posaran con la bata y las fundas de plástico para los pies. La norma es estricta para todos los visitantes, sea quien sea.
Un mensaje especial de agradecimiento a Jana y aAnna Orench, formadora de la marca, que organizaron la visita tras un par de cancelaciones. Tomé la palabra a Marta Estebanell, directora técnica y de I+D, para una entrevista en Besalú, Girona, donde trabaja codo con codo con Anna Fábregas, Directora de Calidad. Fue un placer conocer a Amanda de marketing (la oficina está en Barcelona) con la cual descubrimos algunos secretos que no puedo contaros por ahora (todo llegará).
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