Mucho se ha especulado sobre el matrimonio de Juan Carlos y doña Sofía. Y sí, lo cierto es que está roto desde tiempos inmemoriales. El emérito disfrutó de la compañía de otras mujeres durante años. Su esposa, siempre en silencio, aguantó el tipo en público mientras, de puertas para adentro, derramaba mares de lágrimas sobre el hombro de su hermana Irene. Esa fue su cruel realidad y jamás se propuso terminar con aquello.
Era la reina y debía cumplir su papel. Así se lo indicó su madre, la reina Federica, en más de una ocasión. No era de su incumbencia lo que su marido hiciera en el exterior. Ella debía cuidar la casa, velar por sus hijos y por la institución que heredarían. Y así lo hizo. Sofía calló y dedicó sus días a mimar al heredero al trono, Felipe VI.
Hoy por hoy, con Felipe al mando y Juan Carlos en el exilio, la relación entre Sofía y su todavía esposo no es mala. Por extraño que parezca, ella es un apoyo para él. Hablan a menudo, comparten confidencias y, con toda probabilidad, se extrañan mutuamente. Alejandro Entrambasaguas, periodista afincado en Abu Dabi, ha revelado cómo es la relación entre el matrimonio.
"Muchos dicen que doña Sofía nunca le ha apoyado y no es así, aquel fue un momento muy duro para él y ella estuvo a su lado apoyándole, como siempre", relata Alejandro en su libro 'Juan Carlos I, el Rey en el desierto'. El periodista hace referencia al momento en que el emérito, después de abdicar, decidió abandonar nuestras fronteras.
Al parecer, Juan Carlos reunió a un grupo de amigos y familiares en un restaurante para decir adiós a España. No hizo público en ese momento el fin de aquel almuerzo, pero Entrambasaguas asegura que fue una despedida, tal y como relatan en Vanitatis. Y allí, como no podía ser de otro modo, estuvo doña Sofía. Con toda seguridad, ella sí conocía las intenciones de su esposo.
Fotos | Gtres
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