Nos llena de orgullo y satisfacción, como diría el protagonista de este artículo, hacerte partícipe de una anécdota royal que ocurrió hace más de cuatro décadas y que nos ha parecido digna de rescatar. Corría el año 1981 cuando Juan Carlos I ingresaba en el Hospital Central de la Cruz Roja con una toalla liada a la cabeza, en bañador y cubierto por un albornoz. Sí, toda una estampa. Pero, ¿qué ocurrió para que se produjera tal escenita? Atento/a que te lo contamos.
Según desveló 'El País' por entonces, el emérito se encontraba en la Zarzuela tras entregar la copa del Gran Premio de Automovilismo de España, celebrado en el circuito del Jarama. Fue entonces cuando, una vez terminado su entreno de squash en compañía de Manuel Santana, decidió darse un chapuzón en la piscina de su vivienda. Sin embargo, sus ansias por chapotear hicieron que atravesara con su cuerpo serrano el cristal que daba acceso al jardín donde se encontraba la piscina, provocando que algunos cristales se clavaran en la piel.
Cabe destacar que después del accidente del padre de Felipe VI sustituyeron TODOS los cristales, tanto de puertas y ventanas, por otros que al romperse se convertían en polvo. Sigamos.
Una vez que el rey llegó al Hospital Central de la Cruz Roja, centro al que recurrió previamente cuando se lesionó el brazo, y fue operado, el citado medio advierte de la sorpresa que generó entre los presentes su facilidad a la hora de recobrar la conciencia: "Estamos sorprendidos de la capacidad de reanimación que tiene el Rey. Ya que apenas concluida la operación ha ido recobrando el estado de lucidez", apuntaba el doctor Caparrós, presente en la intervención.
A todo esto, ¿dónde estaba doña Sofía? A la vera de su marido, en la sala de espera contando los minutos para que concluyera la intervención. Ya en la sala de reanimación, y según confirmaron en 'El País', las primeras palabras de Juan Carlos I fueron las siguientes: "Ya estoy aquí. No comprendo cómo no he podido ver el cristal", le cuestionaba a los doctores.
Fotos | Gtres
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