Carlos III ha roto con muchas de las tradiciones litúrgicamente asociadas al acto ceremonioso de la coronación desde la primera de ellas, la de Guillermo I ‘El conquistador’ en el año 1066. La intención del hijo de Isabel II era modernizar la ceremonia y, aunque el resultado de la misma no sabemos si se puede definir como "moderno" precisamente... Lo cierto es que el rey Charles ha conseguido llevarse a su terreno un acto tan encorsetado como el que se ha celebrado esta mañana en la Abadía de Westminster.
Camilla Parker-Bowles
La primera y gran diferencia con respecto a todas las coronaciones anteriores es que Camilla Parker-Bowles ha sido coronada como reina y no como reina consorte, que es el título que han recibido las anteriores monarcas en las diferentes ceremonias. Es la primera vez que se da este caso desde que Elizabeth, la reina madre de Isabel II, es coronada junto al rey Jorge en 1937 como "reina consorte". Felipe de Edimburgo no fue coronado ya que se le mantuvo su título nobiliario de príncipe y conde.
También Camilla ha hecho historia como la primera reina en reutilizar una corona. Ha usado la corona de la reina María de Teck en 1911. Una pieza histórica compuesta por 2.000 brillantes. En el centro tiene tres grandes brillantes: los diamantes Cullinan III, IV y V, que pesan respectivamente 94,4 , 63,6 y 18,8 quilates.
Las distinciones familiares
Es la primera vez que un futuro monarca tiene un importante papel durante la ceremonia. Hoy hemos visto al hijo del Príncipe Guillermo, Jorge, haciendo de paje de honor con tan solo 9 años. Y eso que supuestamente los niños de Harry y Meghan no van a la Abadía de Westminster porque, teóricamente, no es lugar ni acto para niños…
En este caso, la familia real ha entrado en tres tandas. En la primera, el príncipe Harry ha hecho su acto de presencia junto a miembros impopulares como el príncipe Andrés, al que se despojó de su título por los escándalos sexuales con los que se le relacionaba, y otros más lejanos como sus hijas Eugenia y Beatriz de York, acompañada su marido Edoardo Mapelli, con el que se ha visto al duque de Sussex muy cómplice. Luego han entrado en otra tanda la princesa Ana, hermana favorita de Carlos III, y el príncipe Eduardo. En un último lugar, William junto a Kate Middleton y sus hijos.
Además, es la primera vez que una mujer va a caballo tras el carruaje real como hace la princesa Ana, hermana de Carlos III. Y, aunque se ha mantenido que es el arzobispo quien coloca la corona de San Eduardo en la cabeza del Rey, por primera vez el primer ministro británico, en este caso Rishi Sunak, ha estado presente durante una parte del acto religioso.
Simbolismo
Históricamente solo se ha usado un coche real en las coronaciones, el Carruaje de Estado Dorado. En esta ocasión, Carlos y Camilla rompen la tradición y emplean dos. A la ida hacia Westminster, les hemos visto viajar en un carruaje cerrado con aire acondicionado que le regalan a Isabel II por su 80 cumpleaños, la carroza del Jubileo de Diamante. Y a la vuelta a Buckingham viajan en el tradicional carro que manda a construir Jorge III hace 300 años, la carroza de oro.
También la tradición dicta que, en las coronaciones de un rey británico no puede haber ningún miembro de la realeza extranjera porque la coronación en sus orígenes se considera un acto íntimo y sagrado entre el soberano y su pueblo en presencia de Dios. En esta ocasión, Carlos III ha querido compartir este especial momento con cabezas coronadas de todo el mundo. Incluso ha habido gobernantes de los países árabes a pesar de ser un acto eclesiástico. Por eso se ha invitado a dos personas de cada Casa Real. Por ejemplo, de la Española van Felipe y Letizia.
Y otra de las novedades es la del aceite crismal con el que es ungido el Rey. Carlos III cambia la tradicional fórmula del aceite de civeta, extraído de mamíferos, por una nueva con aceite vegano con el fin de reflejar la lucha de la sociedad actual contra la crueldad animal, tal y como hizo su madre en las últimas coronaciones. También Carlos ha reducido costes, ha disminuido el recorrido de las dos cabalgatas (de ida y vuelta) y ha disminuido el número de invitados en 6.000 personas con respecto a la de su madre Isabel II.
Fotos | GTRES
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