Las han pillao' con el carrito del helao'. O mejo dicho, con el carrito de las cremas. Allá por el 2015, Isabel y su hija Ana pusieron en marcha un nuevo negocio. Prometieron a millones de mujeres "una piel luminosa e hidratada" si utilizaban 'My Cream', el potingue de la Preysler, pero nada más lejos de la realidad. Tal y como demuestra un laboratorio, madre e hija han engañado a su público.
Creyeron que sería el negocio perfecto y poco tardaron en comprobar lo contrario. Aunque los botes llevan impresa la cara de Isabel, no hay forma de venderlos y así lo demuestran los datos: "En el año 2021 la sociedad solo logró facturar 690 euros. En el último ejercicio ya acumulaba un patrimonio negativo superior a los 100.000 euros...", desvela Vanitatis.
Por ese motivo, Boyer y su madre habrían decidido "externalizar la gestión" del negocio. Es decir, echarle el muerto a otro. Ahora es una empresa de Calatayud quien se encarga de intentar vender el producto a cambio de un beneficio. Tal y como puede comprobarse en la web, hay varias ofertas que hacen sospechar lo que Isabel se niega a reconocer: no venden un bote.
Las cremas de Isabel Preysler
Pero, ¿por qué no funciona la venta de cremas? ¿Son demasiado caras? ¿O no son tan efectivas como asegura la Preysler? Al parecer, ahí está la cuestión. Tal y como han revelado en 'Espejo Público' tras charlar con un laboratorio, el producto no cumple con sus promesas.
El experto consultado "se pregunta dónde están los ingredientes puros, son todos derivados", explicaba Nando Escribano en directo. "Lo de las células madre es puro marketing. Es imposible que las metan en un cosmético", dicen desde el laboratorio por boca del periodista.
Carmen Lomana, presente en plató, asegura que "la cosmética y los perfumes" no funcionan en famosas y echa un capote a Isabel: "Les ha ido mal a los del laboratorio. Ella está dando su imagen".
Fotos | Instagram / Web My Cream
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