La llegada de Carlos III al trono del Reino Unido se produce en un momento de gran inestabilidad para la monarquía. Tras el nombramiento de la primera ministra, la inflación económica y la crisis energética, Carlos III tendrá que definir claramente las bases de su reinado si quiere mantener viva la institución monárquica, ya que las encuestas siguen sin ser lo suficientemente favorables a pesar del fervor que ha creado el acto de coronación que se ha producido este 6 de mayo en la Abadía de Westminster.
El nuevo rey considera que está siguiendo "una senda continuista", ya que uno de los sellos de la Corona Británica sigue siendo la tradición, pero impondrá su sello personal, tal y como ha pretendido hacer durante el acto de la coronación. A pesar de sus diferencias con la Iglesia anglicana tras la muerte de la princesa Diana, Carlos III ya ha manifestado su apoyo convirtiéndose en su gobernador supremo. Sin embargo, no es un conservador en todos los aspectos (o eso al menos nos quiere hacer creer).
Carlos tiene la intención de reducir la monarquía, estableciendo una clara división entre los miembros que integran la Familia Real, tal y como se ha visto durante la entrada de sus familiares a la coronación. Carlos III adjudica los deberes y obligaciones institucionales a su camarada real encabezada por la princesa Ana, el príncipe Eduardo y por supuesto los herederos.
El resto han pasado a desempeñar un papel más simbólico como familia del monarca. Solo hay que ver la foto familiar que se ha producido en el balcón de Buckingham Palace al finalizarse la ceremonia de la coronación. Ni rastro de Harry ni el príncipe Andrés, y muchísimo menos de Meghan Markle que ni siquiera estaba invitada.
Este cambio ha generado controversia, con la princesa Ana, que ha manifestado su desacuerdo con la decisión de reducir la monarquía en una reciente entrevista que concede a la BBC: "Desde mi punto de vista, no parece una buena idea. Es importante que la monarquía facilite la atención y el servicio a largo plazo, no a corto. Adelgazar la monarquía no suena a una buena idea", expresó la hermana de Carlos III pocas horas antes de su coronación.
En el plano político
Además de reducir el número de miembros de la Casa Real, Carlos también tiene la intención de reducir el personal en el Palacio de Buckingham y rentabilizar las residencias reales abriéndolas al público para acercar los clásicos hogares de los Windsor al pueblo. Otro de los retos que tiene por delante es mantenerse como rey de los 56 países independientes que componen la Commonwealth, ya que algunos han expresado su negativa a aceptarle como monarca.
El acercamiento de la corona a los británicos también pasa por dar el lugar que merece al Príncipe Guillermo, su hijo y heredero. Carlos lo ha convertido en su principal consejero y se ha sentido muy apoyado por él en la cruzada con los Duques de Sussex. Carlos quiere dar protagonismo y presencia tanto a Guillermo como a su nieto Jorge para asegurar la supervivencia de la corona. Este enfoque es una ruptura con el enfoque de su madre, la Reina Isabel II, que nunca se enfocó tanto en la preparación de su sucesor.
Una de las mayores cuentas pendientes que tiene Carlos III es ser capaz de mostrarse totalmente neutral en el terreno político, algo que su madre cumplió a la perfección en la esfera pública. Carlos ha expresado sus opiniones en diversos temas, como el cambio climático, lo que puede dificultar su capacidad para permanecer neutral en el futuro.
De hecho, muchos de los expertos señalan el radical cambio de Charles desde que es rey, ya que en esos ocho meses de reinado ha sido mucho más discreto que durante toda su existencia como Príncipe de Gales. La ecología y la sostenibilidad son otros de los pilares en los que Carlos quiere basar su reinado, en línea con sus intereses personales.
Fotos | GTRES
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