India es un país de ideas muy tradicionales y sexualidad muy reprimida. Según The Times of India, son "una sociedad que considera el sexo un tabú y desaprueba los métodos de alivio sexual". Y con todo ello, las vaginas de diseño se han puesto de moda allí. De hecho, su popularidad es tal que ya ha tenido lugar el primer congreso sobre Rejuvenecimiento y Reconstrucción Vaginal en India, donde su demanda es mayor que en cualquier lugar del mundo. Esto supone todo un choque de culturas.
Así, la cirugía estética vaginal ha proliferado en la India, pasando de himenoplastias para asegurar la regeneración de la virginidad a diseñar vulvas personalizadas al gusto de cada uno. Según las estadísticas de la Asociación de Cirugía Estética Mundial, solo en 2015 se practicaron 6.859 rejuvenecimientos vaginales solo en India, seguida de muy lejos por México con 2.821 operaciones.
De práctica reducida a tendencia mundial
Aunque India es el país con más demanda en este tipo de tratamiento, operarse la vagina por razones estéticas se ha convertido en una tendencia mundial. De hecho, su práctica ha crecido exponencialmente en los últimos años, pasando de unas 5.000 operaciones en Estados Unidos en 2014 a unas 12.000 en 2016. Esto supone un incremento del 39%, la crecida más rápida en materia de cirugía estética en los últimos años.
Según un estudio de Independent, esta obsesión beauty con nuestras vaginas se debe en gran medida a la pornografía y a la influencia de las parejas masculinas que la consumen. Esto hace que las mujeres se enfrenten a ideales imposibles de belleza vaginal, lo que ha despertado la polémica y el rechazo. "Tenemos que rechazar entre el 20% y el 25% de las peticiones de cirugía porque sus expectativas son irreales" dice el cirujano plástico Varun Dixit.
Prácticas quirúrgicas vaginales
Hace unos años asistimos atónitos al boom de la reconstrucción del himen por temas religiosos y culturales. Sin embargo, esta revirginización fue solo el comienzo de una práctica quirúrgica que se centra en nuestras zonas íntimas. Ahora la tendencia creciente es la cirugía plástica genital. Y no tiene nada que ver con la cultura o la salud. Ocurre por motivos estéticos, para que nos sintamos más jóvenes o atractivas, vaginalmente hablando.
Las nuevas técnicas de cirugía estética vaginal van mucho más allá del himen. Ahora destapan clítoris, practican labioplastias destinadas eliminar o recortar los labios vaginales para hacerlos simétricos y eliminan las arrugas fruto de la edad. A eso se suma el llamado rejuvenecimiento vaginal o vaginoplastia, que estrecha y ajusta nuestro conducto para ofrecer un "mayor placer sexual". Hay quienes lo llaman "estilo Barbie", con el aspecto artificial de la vulva de la famosa muñeca. En el caso de España son operaciones que ya se practican de forma usual, con precios que varían entre los 1.000 y los 5.000 euros, en función del tratamiento escogido.
Rechazo de la comunidad médica
Los estudios médicos no avalan esta práctica tan íntima. Según The American Congress of Obstetrician and Gynecologist, "esta cirugía no está recomendada medicamente, y su seguridad y efectividad no están documentada. No existen estudios sobre los efectos o complicaciones a largo plazo, que pueden incluir infecciones, hipersensibilidad, dispareunia y cicatrices."
Cuestiones éticas y morales
A los riesgos médicos se suman también las cuestiones morales de la imposición de nuevos estándares de belleza, que no se refieren exclusivamente a la cirugía. El auge de los productos beauty vaginales podría estar indicando un aumento de la preocupación y atención a una zona que, hasta el momento, se había salvado del body shaming. Ahora existen hasta accesorios para su puesta a punto, aceites para cuidar el pelo púbico e incluso blanqueadores vaginales y perianales, para que la piel de esa zona tenga el mismo tono que la del resto del cuerpo.
La polémica no se reduce al surgimiento de nuevos complejos o rechazos sociales, va mucho más allá. Según World Health Organisation, "la mutilación femenina es el procedimiento que altera o daña los órganos genitales de la mujer sin razón médica existente". Ante esta definición, muchos consideran que la cirugía estética vaginal es a la mutilación. Un ejemplo de ello es Shaheeda Kirtane, cofundadora de la fundación Sahiyo contra la ablación. "Son temas muy diferentes, pero si normalizamos la cirugía estética, normalizamos la mutilación por extensión".
Las referencias pornográficas de las que parte este nuevo estándar de belleza y el hecho de que gran parte de su cometido sea, según el doctor Desai, "mejorar la gratificación sexual de la pareja" desata las alarmas sexistas. Sí, también hay hombres que se practican cirugía estética genial de alargamiento y ensanchamiento de pene, pero las estadísticas dicen que las diferencias son abismales. Según la Asociación Internacional de Cirugía Plástica, en 2014 (las últimas cifras publicadas) se practicaron 99.432 labioplasticas y 10.053 cirugías masculinas en el mundo. Las operaciones genitales femeninas suponen 1% de las cirugías estéticas mundiales, frente al 0,1% de las masculinas.
Las conclusiones de un tema tan delicado son complicadas. Frente a los avances médicos se impone la dudosa ética de imponer nuevos estándares de belleza y convertir algo normal (como es una vagina) en algo feo que invita, de nuevo, al body-shaming. A eso se suma la ausencia de una forma vaginal tipo y la inmensa diversidad existente en cuanto a colores y formas, que dificulta la imposición de un ideal único factible y se convierte en foco de frustración.
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