Era uno de mis esperados, y de los más deseados por todos. Karl Lagerfeld sigue sentando cátedra dentro de la moda, donde hace ya tiempo ha dejado su huella y ha pasado a la historia como el gran diseñador que es. El espectáculo que dio con Chanel fue espectacular, aunque mejor leer la gran crónica de Laia sobre el desfile.
En solitario se siente más libre el diseñador alemán. Es normal, ya que el peso de una marca como Chanel tiene que ser sólo apto para algunos, pese a que él siga reformulando y manteniendo la clase colección tras colección. Bajo su marca, Lagerfeld se atreve a veces a buscar lo más vanguardista o provocador, como suele ser él.
Aunque cuando se habla de vanguardia y de Lagerfeld, tendríamos que incluir el estilo clásico y elitista dentro del concepto. Esto es debido a que sus diseños no quieren empezar un nuevo estadio conceptual como hace Gareth Pugh, donde hay más arte que moda, sino que el alemán reformula los patrones conocidos bajo su prisma.
Así tenemos esta colección primavera-verano del año que viene, donde la mujer tendría que volver a agradecer al modista por estos diseños y por la originalidad que implican. La lleva a una época moderna, pero bajo el prisma ya comentado, siempre guardando las formas.
Podemos ver blusas impecables en el corte, ya sea sin magas, con ellas, con hombreras retomando un tiempo pasado, o prefiriendo tejidos como el chiffon y estampados florales.
Estas se combinan con faldas de talle alto, que estilizan la figura y a la vez dejan al aíre las piernas un poco antes de llegar a las rodillas; por lo que vuelve a hacerlo, juntar saber estar y elegancia con sensualidad.
Cae mucho en el uso de los complementos, tanto en los brazos de las modelos, los cuales casi nunca deja desnudos, bien cubriéndolos en gran medida o sólo en las manos, por no hablar del brazalete inspirado en la forma de los tatuajes; como en las piernas y en la cintura.
Los prendas que propone Karl Lagerfeld se basan en cortes modernos e irregulares, jugando a la superposición y a la combinación de materiales.
Para finalizar, el ego del alemán volvió a escena de la mano de Angela Lindvall, modelo que desfiló haciendo uso de un bolso donde estaba representada la imagen de Lagerfeld y en el espacio del asa, ella utilizó como sustitución de su rostro.
Este hecho tenía que estar presente, ya que Karl Lagerfeld ha sabido asentar su imagen alrededor del egocentrismo propio de un grande, cuidándolo con osos de peluche o con la propia imagen impertérrita que no cambia. Creador de tendencias como nadie, el alemán vuelve a mirar al futuro y nos trae sus propuestas.
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