Carrie Bradshaw nos enseñó que el cinturón no solamente está hecho para llevarlo a la vieja usanza (aunque su mejor lección fue que el horno no sirve para guardar sartenes, que es una ordinariez, sino jerseys), es decir, abrochado como manda la lógica, con la hebilla en su sitio, sino que la hebilla es lo de menos y la mejor manera de llevarlo para evitar estar yendo al zapatero a que nos haga agujeros, es abrochártelo al estilo pastor: como si se tratara de una cuerda, vamos.
Este verano nos hemos cansado de verlo y algunas incluso lo hemos probado con más o menos éxito, porque no todos los cinturones están hechos para saltarse las normasde estilo, pero parece que la cosa no es suficiente y hay que rizar el rizo un poco más.
¿Que tal si hacemos del cinturón un collar-fajín-tirantes todo en uno? Eso es malabarismo y lo demás son tonterías.