Sócrates dijo una vez que “la belleza es un reino muy corto”. Y puesto que no hay nadie más sabio que los filósofos, hemos decidido tomarle la palabra al griego para elaborar un pequeño resumen de tendencias de maquillaje de las que cuesta enamorarse.
Si se circunscriben a las pasarelas o para comentarlas y disfrutarlas entre amigos, God save these trends!; si no, es comprensible que uno de los momentos más felices del día termine siendo el de coger el algodón y el agua micelar y desmaquillarse. Comenzamos:
Lollipop lips: Nunca imaginamos que llegara a ponerse de moda la decrepitud que refleja nuestra cara después de haber besado apasionadamente a alguien con los labios pintados. Eso, o la sonrisa de los niños cuando acaban con media piruleta untada alrededor de sus boquitas. Suponemos que algo tiene que ver esto último con el nombre que lleva esta tendencia. Tiene poco tiempo de vida, pero, ¿por qué emborronar el pintalabios justo antes de que se seque? ¡Con lo que nos ha costado aprender a pintárnoslos siguiendo perfectamente nuestro contorno!
Glitter eyes: Una de las aventuras artísticas que nos dejó 2016 fue la caída libre de la purpurina. La encargada de abrir paso a esta tendencia fue Wendy Rowe, la maquilladora oficial de Burberry en el desfile de Otoño Invierno 2016. Ella y su equipo aplicaron hasta 3000 motitas brillantes en cascada bajo los ojos de las modelos y crearon un efecto wasted glam que hoy queremos dejar atrás. ¿Por qué? Porque se precisa mucha técnica para conseguir que quede bien y en el día a día necesitaríamos a Pat McGrath de ángel de la guarda para vigilar que no terminemos con el glitter esparcido por toda la cara.
Glitching gloss: Aunque nos hemos inventado este nombre, creemos que representa mucho mejor que el de verdad esta tendencia que se empeña en querer dejarnos los labios como la carta de ajuste. Los hologram lips, que así se llama verdaderamente este conjunto de maravillas caleidoscópicas, son fáciles de lograr si aplicas a tu pintalabios ordinario una capa de gloss de purpurina y mezcla de colores fluorescentes. ¿Lo veremos en la secuela de Blade Runner que se va a estrenar este año?
Labios poperos: Se trata de la evolución a la enésima potencia de los hologram lips y es apta solo para amantes de lo kitsch. Afortunadamente no hemos visto rastro de ellos en las pasarelas, pero en Instagram han tenido su año. Hay dos variantes: la pintada y la pegada. Para la primera hace falta verdadera destreza, pinturas especiales y pinceles extrafinos. La segunda no tiene ningún misterio: basta con pintarte los labios con el color que elijas y saber ponerte correctamente las pegatinas especiales que se diseñan específicamente para esta corriente. Desde barcos hundiéndose a banderas chorreantes de todos los países, cualquier imaginario es posible y todo vale. Pero que se acabe ya.
Eyeliners estratosféricos: ¡Hasta el infinito y más allá!, gritó Buzz Lightyear en Toy Story, y algunas se lo tomaron al pie de la letra. Cleopatra o Amy Winehouse se quedaban cortas a la hora de dibujar la línea negra en sus párpados. Esta tendencia invita a estirar la raya tanto como se quiera e, incluso, a dibujar formas en ella. La variante más excéntrica es la del cuerno de unicornio. ¿Dónde encontrar a estos animales fantásticos? En Instagram, por supuesto. Más de una se ha lanzado a dibujar el asta del mítico animal con colores y purpurina, y tanto mejor si apunta hacia la sien.
Resacas eternas: Ya son bastante duras. ¿Por qué querer alargarlas en nuestro look? No, gracias, decadencia. Desde ojos extremadamente ahumados o sombreados con tonos rojizos alrededor de todo el contorno, a bases empolvadas blancas de aspecto mortecino, pasando por eyeliners que subrayan las ojeras hasta la saciedad. De verdad, ¿qué necesidad? Para qué nos pintamos todas las mañanas, ¿para que se nos vea mala cara?
Iluminación masiva: Dejemos los seres de luz para Sandro Rey y volvamos a nuestro estado natural de cuerpos terrenales. Terminamos nuestra selección con una tendencia un poco más light, pero con todas las papeletas para su erradicación inmediata. Una cosa es aplicarnos un poco de antiojeras o darnos una base o mascarilla que sume algo de brillo a nuestro tono de piel y otra es añadir capas y capas de iluminadores. O, si lo hacemos, al menos que sea siempre de manera sutil. En el momento en que se empiecen a notar las texturas de las cremas y los productos, para: no favorece.
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