Pase que en no sé cuántos editoriales desnuden a las modelos, pase que para algunas revistas de moda parezca que sólo cuentan en sus portadas con rostros populares puestos allí vía generosos cheques para promocionar equis producto, pero que sigamos teniendo a Lady Gaga en la portada de Vogue una vez más, manda narices.
Manda narices porque es una portada horrible, sin atractivo visual ni artístico. Carece de novedad, ni siquiera de provocación. Todos los valores gracias a los cuales Lady Gaga se ha posicionado como estrella del pop mundial no están. En cambio, vemos a una artista estática, aburrida y sin ninguna sorpresa.
La edición estadounidense de Vogue, capitaneada por Anna Wintour a mí me suele aburrir en un buen número de las ocasiones. Con otra nueva portada de Lady Gaga esperaba algo más, que arriesgasen con una mujer que se ha caracterizado por eso mismo, por looks más extravagantes que un posado frontal de blanco y dorado. Que sí, que lleva una peluca rosa y ahí acaba todo. Pero es que el editorial de dentro es más aburrido aún. Tras la cámara: Mario Testino.
Sitio oficial | Vogue US
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