Durante el confinamiento ha habido algunas personas que, sorprendentemente para los demás, han conseguido perder peso. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos visto como el hecho de movernos menos, y la ansiedad provocada por la situación, ha causado que comamos más y ganemos algo de peso.
Dadas las fechas que son, puede ser tentador lanzarnos a hacer una dieta milagro. Pero la realidad es que son poco seguras, nada saludables y muy poco efectivas. Por suerte, con pequeños cambios sencillos en nuestros hábitos de vida podemos perder peso de forma segura, saludable y a largo plazo.
Ser más activas en el día a día
Ahora que ya todas la comunidades autónomas están al menos en fase 2, podemos empezar a salir más y en cualquier horario - aunque siempre siguiendo las medidas de seguridad establecidas -. Por eso, es el momento de empezar a movernos más en el día a día. No solo haciendo deporte, si no pasando menos tiempo sentados o sedentarios y más en actividad.
Ya sea ir al trabajo andando, dejar el coche de lado para hacer recados, elegir las escaleras en vez del ascensor, o realizar actividades al aire libre en nuestro tiempo libre.
Que la fruta y la verdura sea la base de nuestra alimentación
En cualquier alimentación saludable que nos ayude a perder peso de verdad y de forma saludable requiere que las verduras y la fruta sean el alimento con más presencia. Lo ideal es que estas sean la base de nuestra alimentación, al tiempo que reducimos el consumo de carne, evitamos los productos ultraprocesados y reducimos al mínimo el consumo de azúcar añadido.
Tener en casa solo lo que queramos comer
Las investigaciones realizadas al respecto encuentran que tendemos a comer lo que tenemos a la vista. Las personas que tienen en casa alimentos ultraprocesados, dulces y productos con azúcar añadido, tienden a tener un mayor peso corporal. Por ello, la recomendación es comprar y tener en casa únicamente alimentos saludables y evitemos el resto. La fruta y verduras a la vista nos ayudará de forma más saludable y con menos calorías. Un truco es ir a la compra sin hambre, de manera que no caigamos en tentaciones.
Beber el agua suficiente y como sustitución de otras bebidas
En ocasiones, por no tener un conocimiento adecuado del significado de nuestras reacciones físicas, tendemos a confundir la sed con hambre, haciendo que comamos más de lo necesario. Beber el agua necesaria está asociado con una mayor saciedad. No solo eso, sino que si sustituimos el consumo de otras bebidas más calóricas y azucaradas, por el de agua, conseguiremos mejorar nuestra salud y reducir el número de calorías que tomamos.
Cuidar nuestro sueño
La calidad y cantidad de nuestro sueño está más relacionada con nuestro peso corporal de lo que creemos. El principal motivo es que la falta de sueño está relacionado con alteraciones en la leptina y la grelina. Estas hormonas regulan nuestra sensación de hambre y saciedad. Cuánto menos dormimos más hambre solemos tener. Además, dormir menos nos da más tiempo para comer y eso impacta en el número de calorías que consumimos.
Cocinar más en casa
La realidad de nuestro día a día es que cada vez cocinamos menos en casa y esto impacta en nuestro peso corporal. Los alimentos que solemos consumir fuera de nuestro hogar tienden a ser más calóricos y menos saludables que los que consumimos en casa. Comer en mayor medida comida casera nos ayuda a cuidar la ingesta calórica que hacemos y la calidad de los alimentos que consumimos.
Evitar el consumo de alcohol
El consumo de alcohol ha sido relacionado numerosas veces que un mayor peso corporal - además de otros problemas de salud -. Y es que estas bebidas cuentan con grandes cantidades calorías que, además, están vacías. Es decir, no nos aportan nutrientes necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Más bien al contrario. Evitar el consumo de alcohol impactará en nuestro peso.
Masticar más los bocados que damos
Este es, probablemente el cambio más sencillo, pero la realidad es que nuestro masticado afectará mucho no solo en la calidad de nuestra digestión, sino también en nuestro nivel de saciedad. Masticar, por sí mismo, ya nos hace sentir más saciados. Pero, además, masticar bien aumenta el tiempo que pasamos con cada comida y reducir la ingesta de alimentos.
Imágenes |Unsplash
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