Con la llegada del nuevo año siempre nos proponemos un montón de buenos hábitos, sanos y saludables, que queremos mantener o introducir en nuestro día a día. Pero ¿qué pasaría si esos hábitos que te parece que son tan buenos en realidad no lo fueran tanto? Vivimos rodeados de un montón de mitos que muchas veces nos hacen más mal que bien y que deberíamos evitar lo antes posible.
Para que te aclares con los hábitos que realmente son saludables y los que no, te traemos esta lista que despejará todas tus dudas. Ya solo queda legir cuál o cuáles de ellos quieres poner en práctica el año que viene.
Evitar toda la grasa en tus platos
Lo de pensar que un alimentos es "malo" porque contiene grasa, sea esta del tipo que sea, es algo del pasado. A estas alturas deberíamos saber que la grasa es uno de los tres macronutrientes esenciales para nuestro organismo, que cumple funciones importantes y es necesaria y que la diferencia estriba en el tipo de grasas que consumimos.
Así, saber elegir el tipo de grasas más adecuados para nosotros es primordial para una alimentación saludable. Alimentos con alto contenido en grasas saludables pueden ser, por ejemplo, el aguacate o los frutos secos: consúmelos controlando las cantidades, pero no los destierres de tu dieta.
Consumir leches vegetales sin mirar la etiqueta
Si la leche de vaca te sienta mal es normal optar por alguna de las alternativas vegetales, pero sabiendo siempre qué es lo que estamos consumiendo exactamente. Así de entrada, no deberíamos llamarlas "leches" ya que lo único que tienen en común con la leche animal es que son líquidas y blanquecinas.
Muchas de las "leches vegetales" que encontramos en las grandes superficies son, en un buen porcentaje, agua con azúcar, con una concentración muy baja del fruto seco (almendras, avellanas) o de la legumbre (en el caso de la soja) que actúa como reclamo. El sabor de estas leches vegetales al natural no suele ser muy agradable, por lo que se le añade más azúcar (no digamos ya a las que tienen "sabor vainilla" o "sabor chocolate").
Por eso, antes de comprar una leche vegetal, mirad el listado de ingredientes para comprobar el porcentaje de elemento vegetal que llevan, y la etiqueta nutricional para echar un vistazo a la cantidad de azúcar.
Tomar zumos en lugar de frutas enteras
"¡Pero si el zumo viene de la fruta! ¡Dará igual consumirlo de una forma o de otra!" Pues no, no da igual, básicamente por dos razones. La primera es que al consumir zumo de frutas (y nos referimos a zumo de frutas natural, exprimido por nosotros; ojo porque no hablamos de batidos donde se tritura la fruta entera) estamos dejando en el exprimidor toda la pulpa de la fruta, donde se encuentra la fibra. El hecho de consumir toda la fructosa de la fruta sin fibra hace que el azúcar se asimile más rápidamente, pudiendo dar lugar a picos de azúcar en sangre.
El segundo motivo está relacionado con el efecto de saciedad en nuestro organismo. Párate un momento a pensarlo: a la hora de la merienda, por ejemplo, ¿te comerías tres o cuatro naranjas? Por norma general no: te tomarías una, masticándola, con su pulpa y su fibra, y te quedarías llena. Un zumo suele estar hecho con, mínimo, dos naranjas, y después de consumirlo no nos sentimos tan saciados como después de comer la fruta entera.
Llenar el carro de productos light o 0%
Gracias al marketing y a la publicidad, todos los productos que aparecen con el claim "0% grasa" o "light" nos parecen sanísimos: así los publicitan las empresas y así los percibe el consumidor. Incluso hay personas que piensan que estos productos adelgazan, cuando debemos tener claro que no es así. Lo cierto es que normalmente el consumo de un producto light o 0% lo solemos "compensar" por otro lado, bien comiendo más cantidad o bien dándonos otras licencias.
Por otro lado, debemos tener claro que un producto calificado como light no tiene por qué ser sano ni bajo en calorías: lo único que tiene que cumplir es que tenga un 30% menos de calorías que el producto original (que pueden seguir siendo muchas), pero nada más.
En el caso de los productos 0% grasa, no olvidéis mirar las etiquetas: para mantener el sabor y la palatabilidad suelen llevar una buena cantidad de azúcar para compensarlo.
Iniciar el año con una dieta detox
O peor aun: hacerla regularmente. Las dietas detox lo único que desintoxican son tu bolsillo, nada más. Si quieres hacer una dieta detox para "ayudar a tu organismo a desintoxicarse de los excesos de Navidad" (el claim principal de estas dietas) lo mejor que puedes hacer es volver a tu alimentación y actividad diaria habitual. Nuestro cuerpo tiene "sistemas de limpieza" (los riñones, entre otros) que en una persona sana funcionan a la perfección sin ayuda de ningún tipo de dieta detox.
Si lo haces para perder rápidamente los kilos que hayas cogido en Navidad, más de lo mismo: alimentación saludable y actividad física es la respuesta. Sin duda pasar una semana solo a base de zumos (de los que hemos hablado anteriormente en este artículo) te hará perder unos kilos. Kilos que volverás a coger en cuanto vuelvas a comer de forma normal, puede ser que con alguno más de regalo gracias al efecto rebote.
No necesitas una dieta detox: necesitas volver a tu rutina de alimentación y ejercicio.
Ojo con estos hábitos que a primera vista pueden parecernos saludables, pero en realidad tienen trampa, ¡y a comenzar el año nuevo con buen pie!
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