Aunque el cuidado de nuestra salud y de nuestro cuerpo debería ser algo que nos preocupara durante todo el año y para lo que dedicáramos tiempo de manera habitual, la realidad es que con la llegada del verano es cuando realmente comenzamos a preocuparnos.
Por ello, muchas de nosotras habremos más de una vez comenzado lo que se conoce como "operación bikini", intentando cuidar nuestra alimentación y haciendo caso a las recomendaciones de hacer ejercicio físico. Por ello es especialmente frustrante ver que llevamos unas semanas en el gimnasio y la báscula no muestra ningún cambio.
La reacción de tu cuerpo al empezar a hacer deporte
A todo tiene que acostumbrarse nuestro cuerpo, y comenzar a hacer ejercicio físico no es una excepción. Cuando comenzamos a hacer deporte - especialmente las personas que han sido tradicionalmente sedentarias - esperamos que el cambio se note inmediatamente y la reducción de peso sea evidente.
Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente: nuestro organismo detectará que no tenemos recursos suficientes para hacer frente al ejercicio físico al que le estamos sometiendo y comenzará a intentar adaptarse. Para ello creará nuevos tejidos musculares y, además, hará que se acumule el glucóceno.
¿Cuál es el efecto de esto en nuestro cuerpo y en la báscula? El aumento - aunque sea ligero - de masa muscular se nota en nuestro peso. Debemos tener en cuenta que el músculo pesa más que la grasa. Además, la acumulación de glucóceno hace que se retenga más agua, lo que también se nota en el peso que marca la báscula.
Otra de las cosas que hace nuestro cuerpo para adaptarse al ejercicio - concretamente al aeróbico - es aumentar el volumen de sangre. Este volumen puede llegar a aumentar hasta en medio litro, lo que significa medio kilo de peso más, aproximadamente.
Por qué me ocurre a mí y no le ocurre a todo el mundo
Puede resultar especialmente frustrante ver que esto nos pasa a nosotras, pero no le pasa a todo el mundo y algunas personas sí pierden peso en los primeros días realizando ejercicio físico. Por qué ellos sí y nosotras no.
La respuesta puede ser muy variada, dependiendo de la alimentación, el nivel de descanso que tengamos o del nivel de actividad física que llevemos a cabo más allá del ejercicio físico.
Cuando empezamos a hacer ejercicio físico puede aumentar nuestro apetito y, aunque estemos siguiendo una dieta, aumente la cantidad de comida que consumimos. Podemos cometer también el error de creer que podemos compensar las calorías que consumimos con ultraprocesados con el ejercicio que hacemos, cosa que no ocurre.
Darle tiempo al ejercicio y a nosotras mismas
Es por todo eso que los planes de adelgazamiento a corto plazo no son exitosos. Si realmente queremos ponernos en forma, cuidar nuestra salud y nuestro estado físico, debemos comprometernos a largo plazo y darnos el tiempo necesario.
Nuestro cuerpo necesita tiempo para adaptarse a los cambios, a nuestra nueva actividad y al deporte que estamos haciendo. Es importante que no nos desmotivemos y que dejemos de fijarnos tanto en la cifra que marca la báscula, para empezar a fijarnos en la cantidad de grasa que perdemos y en nuestra composición corporal.
Es posible que al principio la báscula no muestre diferencias, pero si estamos ganando músculo y perdiendo grasa, a largo plazo lo notaremos en nuestro aspecto físico y, sobre todo, en nuestra salud.
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