Es el típico tema en el que todo el mundo tiene algo que decir: esto o aquello es lo que mejor funciona, esta o aquella es la manera de perder peso más rápido, esto o lo otro harán que no vuelvas a recuperarlo...
Si pasas de tus amigas a internet, la cosa se complica, porque hay cientos de páginas sobre métodos para adelgazar y unas se contradicen con otras dejándote cada vez más confusa.
Bien, pues para que no te pierdas entre tanta información, aquí tienes algunos mitos y verdades para que te sirvan como punto de partida.
1. Adelgazar es fácil (falso)
Si se lo oyes o lees a alguien, desconfía, porque lo más probable es que esté a punto de venderte la moto. Adelgazar no es imposible ni mucho menos, pero es difícil.
Estamos rodeados de alimentos altos en calorías que a nuestro cuerpo, no lo puede evitar, le gustan. Es normal: miles de años de evolución en los que había escasez de alimentos altamente energéticos han dado como resultado que favorezcamos aquellos que más calorías nos aportan, que a día de hoy, suelen ser los procesados. En el mundo actual, las calorías ya no escasean tanto, pero la evolución va mucho más despacio.
El caso es que evitarlos supone en cierto modo ir contra nuestros instintos naturales, y eso nunca es fácil. Y el que diga lo contrario está mintiendo como un bellaco.
2. En la alimentación está la clave (verdadero)
Existen dos mandamientos básicos para llevar una vida sana: comer de forma saludable y hacer ejercicio con regularidad. Pero a la hora de adelgazar, la dieta es lo que más influye.
Dejando aparte casos especiales en los que una medicación o una enfermedad hormonal, por ejemplo, sean la causa del sobrepeso, éste suele estar provocado porque ingerimos más calorías de las que quemamos.
Aunque aumentar el número de horas de gimnasio puede echar una mano, lo más eficaz para perder ese peso que nos sobra es replantearse la alimentación.
Parte de eso consiste en analizar nuestros hábitos alimenticios, intentar planear nuestros menús con anticipación para que contengan todos los nutrientes necesarios, y si es semana a semana, mejor; favorecer los alimentos frescos a los procesados, es decir, mejor una naranja que un zumo embotellado; hacer la compra más en el mercado que en el supermercado, porque así es más fácil salir con la cesta llena de comida fresca, y evitar caer en los refrescos azucarados, los aperitivos altos en grasas y en sal, los productos con azúcares añadidos, la comida rápida...
3. La dieta de la alcachofa, o de la fresa, o del higo chumbo funcionan (falso)
Las dietas centradas en un solo alimento son inútiles y un peligro.
Inútiles porque son insostenibles a largo plazo, así que en algún momento dejaremos de seguirlas y puesto que no suponen un replanteamiento con cabeza de cómo comemos, lo más probable es que volvamos a caer en viejos hábitos y a recuperar el peso que habíamos perdido, si es que habíamos perdido algo.
Y peligrosas porque centrarse en un solo alimento, el que sea, supone dejar fuera muchos nutrientes que también necesitamos: si te pasas una semana comiendo fresas, quizá pierdas tres kilos, pero, además de pasar hambre, te faltarán hidratos que te den energía y proteínas que te ayuden a mantener sanos todos los tejidos de tu cuerpo, desde el pelo hasta los músculos. Lo mismo ocurre con la alcachofa (gracias a sus propiedades diuréticas habrás eliminado líquidos, pero también habrás pasado hambre, te encontrarás floja y se te caerá el cabello). Así que mejor olvídate de esta idea. Si aun no te he convencido, aquí tienes 10 razones para decir no a las dietas milagro.
4. No hay que fiarse de los productos light (verdadero)
Los productos light tienen, en teoría, menos azúcares y menos grasas, pero muchas veces tienen para compensar más de otras cosas. Esto, si lo sabemos y lo tenemos en cuenta, no es un problema.
El problema viene cuando, pensando que son light, soltamos el freno y nos pasamos con las cantidades, y al final terminamos consumiendo más calorías que si estuviésemos consumiendo el mismo producto en su versión normal.
5. Vale, las dietas de un único alimento no, pero las otras dietas de moda sí funcionan (falso)
No, las dietas que se ponen de moda, desde la Dukan hasta la Flash pasando por cualquier otra ocurrencia que hayas oído a la hora del café en la oficina, no solo no funcionan sino que pueden ser peligrosas para la salud.
Para empezar, todos los nutricionistas serios están de acuerdo en que una misma dieta no sirve para todo el mundo porque cada uno tenemos unas necesidades diferentes. Recomendar a todo el mundo la misma dieta es una forma de hacer caja muy eficaz, pero no es la mejor forma de obtener resultados.
Para seguir, porque suelen ser dietas que no suponen una reeducación alimentaria, es decir, no te enseñan a comer mejor. Simplemente te enseñan a comer de una determinada manera, la suya. ¿Qué pasa si un día o una temporada no puedes comer de esa determinada manera? Pues que no tienes las herramientas para elegir alternativas.
Y para terminar, porque son dietas con un fortísimo efecto rebote: puedes perder peso rápidamente, pero en cuanto dejes de seguirla, lo recuperarás con la misma velocidad y volverás al punto de partida, pero sumándole a todo ello una enorme frustración.
6. No todas las calorías son iguales (verdadero)
Cuando intentamos perder peso muchas veces nos obsesionamos con las calorías como si su número fuese lo único importante, cuando no es así. Los alimentos no solo tienen calorías, también tienen nutrientes, y qué nutrientes acompañan a las calorías es una información a tener en cuenta a la hora de planificar nuestra alimentación.
Por ejemplo: una bebida light, como las que comentábamos antes, tiene pocas calorías... y poco más. Nutricionalmente, es poca cosa. Sin embargo, un puñado de almendras tiene más calorías, pero además son ricas en fibra, ácidos grasos saludables y sales minerales necesarios para que el cuerpo funcione como debe.
Por eso no, no todas las calorías son iguales, ni son las calorías lo único que deberíamos tener en cuenta.
7. Hay que comer de todo (falso)
Ni para adelgazar, ni en general para estar sanos, hay que comer de todo. Por supuesto, hay que tener una dieta variada que incluya muchos alimentos de origen vegetal, como frutas y verduras frescas, legumbres y cereales (mejor integrales que blancos, ya que tienen más fibras y nutrientes), proteínas de origen animal, especialmente pescado, huevos, carne de ave y lácteos, y también algo de carne roja y grasas animales, siempre con moderación.
Pero hay algunos alimentos que deberíamos evitar dentro de lo posible: los refrescos y bebidas azucaradas, los alimentos procesados, los postres industriales, la comida rápida... Todas esas cosas, cuanto menos, mejor.
8. Comer mientras ves la tele engorda (verdadero)
Y no solo viendo la tele: leyendo, trabajando, estudiando...
Comer no debería hacerse distraída, es una actividad a la que dedicar toda tu atención: disfruta lo que comes y sé consciente de las reacciones de tu cuerpo mientras lo haces, mastica tranquilamente y para cuando estés llena. Si no, terminarás comiendo rápido y más de la cuenta, además de perderte los sabores, ¡que también hay que disfrutar!
9. Hay que hacer cinco comidas y el desayuno es la más importante (falso)
Una mentira grande como una catedral que llevamos años oyendo (y diciendo incluso) pero que no tiene ninguna base científica.
Para empezar, varios estudios han relacionado comer cinco veces al día con perder peso, con ganar peso y con mantener peso. Eso quiere decir que, de momento, no hay conclusiones sólidas sobre si esto ayuda o no a adelgazar. Lo que sí sabemos es que obsesionarse con comer cinco veces al día, incluso aunque no te apetezca, es una forma de arruinarte un momento que debería ser placentero (como decíamos en el punto anterior).
Por otro lado, no hay pruebas de que desayunar sea tan importante. En algunos estudios se ha observado que la gente que no desayuna tiene una salud algo peor y tiende al sobrepeso, pero se cree que eso se debe a que las personas que no desayunan en general tienen peores hábitos alimenticios, y son estos los que empeoran su salud y les causan el sobrepeso, no la falta de desayuno en sí.
La mayoría de los nutricionistas coinciden en que lo importante no es el desayuno ni el número de comidas, sino nuestra alimentación completa a lo largo del día. Eso es lo que cuenta.
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