Amy Adams no es demasiado conocida, ha echo algunas comedias romanticonas, como El día de la boda, junto a la gran, y también pelirroja, Debra Messing, o Encantada, en la que hacía de Cenicienta, y Patrick Dempsey, de Príncipe encantando, aunque muy poca gente sabe que también ha sido candidata al Oscar, fue en 2005, por Junebug, y se lo arrebató la no menos guapa Rachel Weisz por El jardinero fiel.
A pesar de tener cara de niña, nació en 1974 en Italia, osea que tiene ya treinta y cuatro años, se conserva estupendamente, porque podría pasar perfectamente por diez menos; en la red carpet no suele destacar, ni para bien, ni para mal, aunque si algo son sus elecciones, son más bien tirando a acertadas; de hecho en la ceremonia de los Oscar de este años resultó una de las más elegantes con un vestido verde esmeralda firmado por Proenza Schouler que resaltaba al máximo sus ojos;
en otro registro totalmente diferente la vemos en una fiesta ofrecida por la revista Vanity Fair en Los Angeles, un look espectacular y arriesgado, de Louis Vuitton resort 2009, que a mí personalmente me fascina, con el que se viene a sumar a la lista de celebrities que "tienen el mono".
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