Y por fín una bocanada de aire fresco: Francisco Costa para Calvin Klein. La fiesta que se organizó hace unos días para conmemorar el 40 aniversario de la mítica firma, abanderada del estilo minimalista americano, no era más que un aperitivo ruidoso de lo que nos iba a ser mostrado como colofón a la celebración de tantos años de vida encima de las pasarelas.
Costa ha vuelto a traernos serenidad y clasicismo sin olvidar la vanguardia. Sus particulares y futuristas volúmenes y formas, sus construcciones sutilemente deconstruidas, nos confirman que lo austero nunca es aburrido.
No se me ocurre mejor coletilla para conmemorar una existencia fructífera que la prueba de una evolución sin pausa, pero sin prisa.
Estoy segura de que Calvin Richard Klein, fundador de la firma y director creativo de la misma hasta que la compañía fue recomprada, sigue reconociendo su huella en las propuestas del diseñador de orígen brasileño: simplicidad bien entendida.
La óptica de Costa, lejos de sus raices cariocas, es exquisita; los estampados no tinen cabida en ninguna de sus colecciones, pero sí los trajes de chaqueta y los abrigos de verano; los vestidos bombonera, o los pitillos.
Aunque su paleta de colores se componga etsa vez de blancos perlados y grises escarchados, hay espacio para el eterno nude y el azul, marca de la casa.
Fotos | Nyc Magazine