A la mayoría de vosotros no os sonará de nada, lo mismo que muchos de los diseñadores que desfilan en la Semana de la Moda de Nueva York, que si no fuera por la publicidad que les hacen algunas celebrities, no tendrían cabida ni es las fiestas de su pueblo.
Este no es el caso de Christian Siriano, aquí no estamos para reseñar bodrios sino para descubrir talentos, y os aseguro que Christian, este joven de 22 años que ganó por goleada la pasada edición de Project Runway (Victoria Beckham formó parte del jurado en la final y cayó rendida a sus diseños), lo es.
Carisma, tiene y mucho, teníais que verlo en el concurso; era pura dinamita creativa y una manojo de inspiración desbocada. Esta, su segunda colección en la pasarela que le dio la vida, es su confirmación definitiva.
No es el típico abanderado del sport casual, para repetirse ya están los demás, y tampoco le precoupa captar la atención y la cartera del mass market; es fantasiso, recargado, y muy victoriano, y se agradecen su soltura y descaro entre tanta bermuda y vestido de cóctel insulso.
Aunque todavía le quede mucho rodaje y se le tengan que bajar algo los humos, yo creo que este chico dará guerra.
Lo que más me gusta de él es que arriesga y que ese ímpetu que te da la joventud le lleven a querer acercarse a los incomensurables Galliano o McQueen; por los que bebe los vientos y cuyo insuperable talento, tanto le inspiran.
Lo mejor de su colección: los vestidos de noche, nadie como él en Nueva York sabe utilizar los volantes.
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