En un marco fingido, en aquella playa del Lido de Venecia en la que hace más de cincuenta años veraneaba lo más granado de la alta sociedad francesa e internacional que se preciara, y en la que ya no queda ni rastro de aquel glamour, se presentaba ayer por la tarde la Colección Crucero 2010 de Chanel: un canto a la nostalgia de la Riviera de antaño y un homenaje a los primeros años de Mademoiselle Coco.
Una colección no excesivamente ostentosa, con motivos marineros y sutiles referencias carnavalescas y aires de Muerte en Venecia, mucho más discreta que su canto a Rusia en la pasada colección Pre-Fall. Todo, con un marcadísimo acento de lujo venido a menos, un poco como la Venecia de hoy...
Por culpa del viento, el desfile por poco no empieza: pero empezó y acabó con las modelos caracterizadas con pelucas de cote Bob permanentado en color rojizo, en clara alusión a Peggy Guggenheim.
La inspiración marinera ha sido prácticamente el leitmotiv que lo ha impregnado todo: bañadores, abrigos largos de punto a modo de batines, culottes, y muchas camisetas de rayas (ya sabéis, a desempolvarlas porque este es otro de los clásicos que nunca muere).
El color rojo: protagonista mañana, tarde y noche. Atención a los botines peep-toe de rayas: clon ya!
Y los tonos ocres y el azul marino , han sido sus mejores compañeros.
La austeridad y atemporalidad de casacas y trajes de chaqueta ha dejado paso a vestidos vaporosos, casi como hechos a base de pareos.
Y a perfectos conjuntos a base de minivestidos y casacas tres cuartos.
Ha habido sitio hasta para leggings.
Y para algo de blonda descarada (y como decía, algún que otro guiño al Carnaval más célebre del mundo).
Pero lo que ha predominado ha sido un ambiente muy riguroso, fiel a los principios cautos de Mademoiselle Coco y fuera de exageraciones , donde los que siguen mandando son los viejos símbolos de la maison: siempre en blanco y negro.