Que Franca Sozzani se fijara en ella para realizar un sublime editorial en el número de Septiembre de Vogue Italia, lo dice prácticamente todo. Emma Watson, la repelente pero entrañable y crecidita Hermione de Harry Potter no es una teenager cualquiera, es cauta, misteriosa y reservada, y sobre todo, muy bella. No se prodiga demasiado en actos públicos ni vive de su imagen fuera de la pantalla. Pasa desapercibida cuando sale a la calle pero no delante de una cámara.
Ayer mismo se la pudo ver en el front-row del desfile de Christopher Kane, a quién aseguraba no conocer demasiado, pero del que acudía vestida, y es que de hecho, aunque se declara una apasionada del arte no lo ha sido de la moda hasta hace poco, concretamente, hasta que Karl Lagerfeld la invitó al desfile crucero de invierno de Chanel que tuvo lugar hace unos meses en la capital Británica (a ver cuanto tarda Karl en hacerla su musa).
Me parece a mí que aunque se resista, Emma va por el camino de la fama bien entendida, vistas sus últimas apariciones, se está perfilando como todo un referente de estilo, un estilo que seguramente no es todavía suyo, sino de algún avispado estilista (que almenos no la disfraza), pero que con su dulce carisma, irá puliendo poco a poco.
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