Si se confirma la notícia, es una verdadera pena. Porque la marcha del diseñador más indescifrable del panorama internacional, Martin Margiela, no solamente supone que se queda huérfana una de las pocas firmas rara avis en el mundo de la moda, sino que eso de que las multinacionales compren casas minoritarias, no hace más que daño. Se rumorea que el abandono del místico creador belga se debe a diferencias irreconciliables con Renzo Rosso, director general del grupo Diesel, dueño de más de la mitad de la marca desde 2002
Y estoy segura de que Margiela, que nunca ha querido meterse de lleno en el circuito de lo comercial, ha abandonado su propio barco porque con la mano cero incocente de una gran empresa de por medio, ha perdido su esencia. Y que salgan los números prevalece sobre el sello personal. El problema es que el carácter enigmático de Martin es irreemplazable. Aunque lo mismo se pensaba de los relevos al frente de Chanel, Dior o Balenciaga.
Uno de los improbables candidatos que me encantaría que tomara su lugar, es Olivier Theyskens, compatriota suyo y aventajado alumno de la escuela de Amberes ¿lo véis en el papel?
Y es que me parece a mí que el Pre-Fall 2010 de la casa, presentado recientemente, ya no ha sido ideado por él...
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