Uno de los problemas recurrentes de la moda española es su falta de proyección internacional. Exite un tremendo problema y es que no se consigue vincular la marca “España” con conceptos como calidad o elegancia de forma espontánea como sí ocurre rápidamente con otros países como Italia o Francia. En otros los conceptos con los que se vinculan pueden ser la sencillez y naturalidad con Estados Unidos o la modernidad con Inglaterra. En España simplemente no existe.
Estamos ya en la cuenta atrás para las Olimpiadas de Londres y las naciones participantes han presentado los uniformes que vestirán sus deportistas durante la ceremonia de inauguración y durante las competiciones, retransmisiones que serán vistas por millones de personas en todo el mundo.
Y algunos países tienen clarísimo que los Juegos es una oportunidad única para reforzar esa imagen. Estados Unidos repite por tercera vez con Ralph Lauren. Italia se viste de Armani excepto sus regatistas que lo harán de Prada ya que es de sobra conocida la vinculación de la marca con este deporte. Reino Unido, anfitriona de los Juegos y que se venden al mundo como los más ecológicos de la historia se unen a la diseñadora eco por definición, Stella McCartney.
Pero España no. España lo hará con una equipación deportiva con muchísimas papeletas para convertirse en la más fea que pise el Estadio Olímpico de Londres, por no hablar de la cutrez de la presentación a los medios que se hizo con unos maniquís de saldo en plena calle. Y firmada además por una marca deportiva rusa llamada Bosco.
El mismo país que en su delegación olímpica lleva a deportistas que son imagen de marcas que visten a otros como es el caso de Rafa Nadal con Armani.
Otra oportunidad perdida por la moda española y por toda la industria que la forma para mostrar toda su capacidad. Y la verdad, no están los tiempos para andar tirando oportunidades.
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