Hasta hace algunos años era relativamente corriente tener una modista de confianza a quien poder encargar ciertos trajes para bodas, bautizos y comuniones. Recuerdo que mi madre y mi abuela solían comprar el número Especial Moda que editaba la revista Hola con el resumen de todos los modelos que se habían visto en los desfiles de moda de París y de Milán para inspirarse y buscar ideas.
Luego, compraban telas muy parecidas (por no decir prácticamente iguales) a las que habían visto utilizar a los diseñadores en tiendas de telas tan buenas como las de José María Ruiz - que recuerdo que estaba muy cerquita de casa de mis padres (D. Ramón de la Cruz, 39) -, o en Tejidos Julián López en la Gran Vía madrileña, y para las grandes ocasiones, en la tienda Cadena de Ríos Rosas (ahora en Zurbarán, 20).
Lo de Cadena era un mundo aparte. Fundada en 1961, Cadena diseñaba y creaba textiles de lujo en sus fábricas que luego adquirían tanto los diseñadores como las modistas y las costureras (estas últimas por encargo). Las modistas solían tener un muestrario, que renovaban cada año, donde al lado del patrón de un modelo en particular (que también te vendían) se podían ver muestras pequeñas de las telas más adecuadas para reproducir el modelo en cuestión: tweed para los trajes de chaqueta, sedas de la mejor calidad para las camisas en distintos tonos para poder elegir, encajes, lanas, algodones, etc. ¡Una auténtica locura!
Si tenías la suerte de dar con una buena modista podías ir vestida de forma que parecía que te habías comprado el traje en Chanel o en Dior. Mejor aún, porque te hacían el traje en cuestión a la medida. Probablemente los acabados no fueran los mismos que los que hacen las petites mains en los talleres de estas grandes firmas pero así, y vistos de lejos, daban absolutamente el pego.
Además de para las fiestas y celebraciones familiares mi madre solía también encargarse algún traje de cóctel y trajes sastre básicos que no pasaban nunca de moda y que después de los años seguían tan impecables como el primer día. Mi madre siempre solía decir que las cosas buenas es lo que tienen, que envejecen muy bien. De hecho, tiene un armario donde sigue conservando todas estas reliquias. Y como la moda es cíclica y todo vuelve, y ella sigue con la misma talla, de vez en cuando rescata alguna prenda del olvido y la vuelve a reciclar.
Por aquel entonces, cuando mi madre estaba todavía soltera, lo importante era tener dos o tres conjuntos para poder variar e ir siempre impecable. No solían ser más porque había que combinarlo todo desde el sombrero a los zapatos pasando por el bolso o los guantes.
Antiguamente, la mayoría de las mujeres sabían coser porque se les enseñaba en los colegios. Como las familias solían tener muchos hijos, también era costumbre que una o dos veces por semana acudiera a las casas una costurera (como hoy ocurre con las asistentas) para hacer composturas que no era otra cosa sino coser bajos y dobladillos, remendar calcetines o hacer faldas y vestidos para ir a trabajar.
Tener modista... ¿cosa del pasado?
Hoy en día todo esto parece cosa de otro siglo (¡y nunca mejor dicho!) porque lo que nos gusta es poder variar, privilegiando para ello la cantidad a la calidad. ¡Qué se lo digan sino a Zara o a Mango! Incluso las novias de hoy prefieren ir a Pronovias o a Rosa Clará para probarse los vestidos y comprobar cómo les quedan a confiar en un diseñador especializado en trajes de novia con el que tendrán que trabajar para transmitirle la idea que tienen, y darle carta blanca y fiarse de él, que para eso lo han elegido.
Entre el coste de la tela, que suele ser bastante cara cuando es buena (desde 30 euros el metro que puede costar un tafetán fino a los 500 euros el metro cuando se trata de un encaje de alta costura), y la confección, lo más probable es que encargarse un modelito salga bastante más caro que si lo compramos en la tienda (salvo que estemos hablando de grandes marcas, ¡claro!). A cambio, obtendremos exclusividad y la seguridad de que no habrá otro modelo como el nuestro, pero también la duda de si nos sentará bien y de si la modista habrá sabido captar nuestra idea y de si no habrá estropeado la tela.
Sin embargo cada vez son menos las mujeres y los hombres que estudian corte y confección, por lo que encontrar a una buena modista se está convirtiendo en todo un reto.
Cómo es el paso a paso si encargas el vestido de tus sueños a una modista.
Todas reciben con cita previa, por lo que lo primero que hay que hacer es llamar para reservar hora. En ese primer encuentro, las modistas escuchan a sus clientes, las asesoran proporcionándoles valiosos consejos en lo relacionado con las formas que mejor les van o con los colores que más les favorezcan al margen de las tendencias imperantes. Luego les enseñan muestrarios donde puedan ver los tejidos, les sacan banderas o trozos de telas que se puedan poner por encima para ver el efecto, y les toman las medidas.
A continuación y, una vez definido el modelo que se ha de realizar, envían un mail a la clienta con el presupuesto. Si la clienta lo acepta tendrá que abonar una señal de un 50%. Luego, vuelven a quedar para una primera prueba en la que se le probará una toile para encajar el patrón que se les ha hecho a su cuerpo, definiendo el escote y el largo.
En la segunda prueba ya con la tela se retoca lo que haga falta, y se deja ya todo listo para rematar. En ese momento se abona otro 25% del total del presupuesto. En la tercera prueba se vuelve a retocar lo que haga falta o se puede recoger ya la prenda terminada, abonando el 25% restante del total.
En estos talleres un traje de novia puede costar unos 1.800 euros, uno de madrina largo unos 800 euros. Cada vez más ateliers han optado por una modalidad que consiste en proponer una serie de prendas básicas que luego se puede personalizar y adaptar al cuerpo, que no son prendas Couture pero tampoco prêt-à-porter y cuyos precios varían desde una camisa a 60 euros a un traje de crêpe de 130 euros pasando por un mono de seda de 320 euros.
Quien tiene un buena modista tiene un tesoro
Después de haber hablado con algunas modistas he llegado a una serie de conclusiones. La primera es que quien tiene una buena modista tiene un tesoro que no está dispuesto a compartir. Si se piensa bien es normal. En cuanto una buena modista se da a conocer los diseñadores se la disputan, y si por lo que sea prefiere trabajar como autónoma (en estos momentos el oficio de modista está muy mal pagado. Me han dicho que en los talleres llegan a pagar 7 euros/hora, menos que a una asistenta) pues si le entran muchos pedidos estará menos disponible, tardará más en poder confeccionarnos lo que le pidamos, y probablemente suba los precios.
Otra cosa muy curiosa que me ha pasado es que con todas las modistas con las que he conseguido hablar estaban todas a punto de jubilarse. La mayoría habían trabajado para grandes diseñadores que habían cerrados sus talleres, y después de trabajar una serie de años en sus casas preferían jubilarse. Por otro lado, si se piensa bien hasta es lógico. Las modistas que trabajan para grandes diseñadores no pueden dar sus nombres pues podrían ser despedidas. Las únicas que se sienten libres de poder hacer declaraciones son las que ya no tienen nada que perder.
Más a mano que a máquina
En varias ocasiones, he estado a punto de tirar la toalla, pues me pasaba el día colgada al teléfono y no conseguía nuevos contactos. Hasta que, por fin, hablando con una modista de Valencia - que como también se va a jubilar ha preferido que no la nombre - me dijo que lo mejor que podía hacer era ponerme en contacto con el Gremio de Sastres y de Modistas de Valencia. ¡Acabaramos! En Internet en seguida encontré el contacto.
El Gremio Artesano de Sastres y Modistas de la Comunidad Valenciana es una de las instituciones de moda más antiguas de España (fue fundado en el año 1247). Desde hace 769 años este organismo ha velado por la formación de nuevas generaciones. En la actualidad existe una escuela cuyo objetivo es formar a los futuros profesionales del mundo de la modistería, sastrería, patronaje y diseño de moda, desde la creación del diseño sobre dibujo hasta la finalización de la prenda.
El oficio se tarda en aprender de dos a tres años dependiendo de las aptitudes de los alumnos. A mediados del primer año ya suelen dominar el patronaje y están aprendiendo los puntos a mano y a máquina (más a mano que a máquina), por lo que se animan a hacer sus primeros pinitos realizando trabajos para ellos o para sus familias. En el segundo curso realizan ya algún trabajo para la calle. Los comienzos siempre son difíciles, pero las personas que se forman en esta escuela siempe pueden contar con los valiosos consejos de sus profesores para que les asesoren.
Grandes modistas que ocupan un lugar de honor en la historia de la moda
Cristóbal Balenciaga Eizaguirre nació en Getaria (Gipuzkoa) en 1895 y se inició en la costura de la mano de su madre Martina Eizaguirre que trabaja como costurera para importantes familias de la zona como la de la marquesa de Casa Torres cuyo espléndido guardarropa, adquirido en los mejores establecimientos de París y Londres, introdujo al joven Cristóbal en un mundo de exquisito refinamiento. Con tan sólo 12 años se trasladó a San Sebastián donde inició su período de aprendizaje como sastre. Tras cincuenta años de plena dedicación a su oficio, Balenciaga anunció su retiro, así como el cierre de todas sus maisons de couture en París, Madrid, Barcelona y San Sebastián.
Cristóbal Balenciaga está unánimemente considerado como uno de los más destacados e influyentes modistas del siglo XX, era el modista total, porque dominaba todas las fases del proceso creativo, desde la concepción hasta el último paso de la ejecución. Adquirió un dominio absoluto de las técnicas de costura y dedicó su vida a introducir extraordinarias innovaciones que le permitieron evolucionar hacia una mayor simplicidad y pureza de formas. Su dominio del oficio le valió el respeto de sus colegas y reinó en la alta costura internacional de manera incontestable hasta su retiro en 1968.
Chanel solía decir que sólo Balenciaga era un verdadero modista, mientras los demás eran solo diseñadores. Christian Dior comentaba que con los tejidos ellos hacían lo que podían, y Balenciaga lo que quería.
Lorenzo Caprile celebró el año pasado sus primeros 20 años como modista de alta costura (como a él mismo le gusta definirse). En su opinión, crear de la nada un vestido con un trozo de tela, esculpir sobre el maniquí la idea que tienes en la cabeza es el verdadero mérito de un modista y algo que debe dominar. Lorenzo no se cansa de repetir que todas las personas necesitan una prenda a medida, algo hecho en exclusiva para ellas en un momento especial de sus vidas.
Direcciones Secretas Seleccionadas
Si estáis buscando una buena modista, lo mejor es que llaméis al gremio de sastres y modistas de vuestra comunidad. Los profesores que forman a las nuevas generaciones os recomendarán a sus alumnos más destacados, a los que desde que comenzaron apuntaban maneras, a quienes menos miedo les dio emprender el vuelo para llegar muy alto.
De entre todas nuestras pesquisas, sí que nos atrevemos a recomendaros con toda confianza los siguientes nombres.
Mercedes de la Cruz
Tiene el taller en la calle Dos de Mayo de Sevilla. Tel.: 954-56 09 80. Mercedes se formó con José Antonio Rivero que era un modisto que tenía unas manos de oro, y que trabajaba para Casa Benitez donde también hacían sombreros. Estuvo muchos años trabajando para Pepe Cerezal, otro modisto, y luego ya montó su propio taller en el que lleva trabajando 28 años. Mercedes me ha dicho que está a punto de jubilarse, pero que le da pena cerrar sin haber podido transmitir todos sus conocimientos a las nuevas generaciones, pues sólo tuvo hijos que se han dedicado a otras cosas. Mercedes se plantearía incluso el permanecer abierta un año más para poder enseñar a alguna joven diseñadora que quiera aprender también costura. Mercedes admite telas (otras modistas no) y los precios de sus trajes para novia van desde los 2.000 a los 3.000 euros, los de madrina de 1.000 a 1.500 euros, pero también realiza muchos arreglos a trajes de novia antiguos, rectificándolos de arriba abajo.
De Arroyo Atelier
Un atelier formado por Petra Arroyo y su hija María en la calle Alcalá 119 (esquina Príncipe de Vergara) de Madrid. Petra trabajó con Rosario Díaz y con Ladrón de Guevara. Tel.: 91-426 60 79 Precios orientativos: traje de novia unos 1.800 euros, traje de madrina: 800 euros
Piedad García Peña
Piedad trabajó durante 35 años para Toni Benitez que se formó con Cristobal Balenciaga. No tiene taller, trabaja desde su casa en la calle Andrés Vergara, 9 en Torrelodones. Acepta telas. Tel.: 91-859 00 61 Precios orientativos: traje de madrina: 600 euros, traje de cóctel: 400 euros
Miguel Capote
Miguel se formó con Miguel Rueda y Antonio Nieto, pero abrió su propio taller en Madrid en el año 75. Miguel también está en Facebook. Podéis ver una muestra de sus elaborados en Miguel Capote Costura. Tel.: 676 25 96 77 Cita previa Precios orientativos: traje de novia: 2.500 euros, traje de madrina: 1.000 euros. Pero luego los precios pueden variar mucho porque no es lo mismo un traje de novia sencillo que le pidan luego que haga un drapeado, una falda en forma de capa y que le borde los puños. Acepta telas.
Patricia Tascón
Patricia se formó en Sevilla donde estudió diseño de alta costura y también hizo algún curso de tocados y de flores, y a los seis meses obtuvo el primer premio de Jóvenes Creadores de Salamanca.
Tiene un taller en Valladolid, en la calle Pasión, 15.
Tel: 615 59 31 76
Precios orientativos: traja de madrina: 800 euros, traje de cóctel: 600 euros.
Mila y Ana
Estas dos santanderinas tienen más de 20 años de experiencia a sus espaldas. La calidad y la seriedad son su mejor carta de presentación. Disponen también de una amplia sección de tejidos. C/ Lealtad, 13 de Santander Tel.: 942 215 311
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