Y entremedias: novia de Mick Jagger. L’Wren Scott, la nueva diseñadora de cabecera de celebrities como Nicole Kidman o Penélope Cruz, Daphne Guinness o Renée Zellweger, es una pequeña gran desconocida para las masas. Y más lo segundo que lo primero, porque esta morenaza esbelta de rasgos al más puro estilo Jerry Hall mide ni más ni menos que 1’93 centímetros.
Ex-supermodelo de los noventa, descubierta por Helmut Newton en su Utah natal, musa de Herb Ritts, y que dio el salto a París para desfilar junto a sus grandes mitos, Azzedine Alaïa y Thierry Mugler, L’Wren, nacida Luanne Bambrough , supo siempre que lo suyo era estar entre bambalinas.
Antes de lanzarse al mundo del diseño, ejerció de estilista de cine y trabajó para revistas como Vogue o Vanity Fair, pero en 2007 decidió hacer de su más oscuro secreto, y nunca mejor dicho porque su color fetiche es el negro, su medio de vida.
Pero es que lo suyo no es ni casual ni interesado, es decir, lo que vende y gusta de L’Wren no es su nombre, sino su talento y acurado sentido de la moda. Y no solamente convence a compradoras potenciales, sino a crítica. Hace unos figurines que ni Balenciaga, y todo fruto de un aprendizaje autodidacta y de muchos años observando lo que se movía a su alrededor.
Sus premisas son muy básicas: lo suyo es un estilo a medio camino entre dominatrix y lo victoriano. Los vestidos de escote bañera y silueta lápiz, los pantalones pitillo, y los blazers ajustados, son sus pilares fundamentales y la clave de su rotundo éxito.