Suntuosidad a la carta. Una "huérfana" Georgina Chapman; recordemos que su otra mitad, Keren Craig, decidió abandonar la firma que la hizo vestir alfombras rojas de medio mundo; sigue la estela de rendir homenaje a su icono, la marquesa Luisa Casati, y su mundo de exquisiteces y excentricidades varias. Tras una primera inspección ocular de esta colección en solitario, mis impresiones son que la maison de las estrellas, no se ha resentido de su marcha.
Vestir a las celebrities en las red carpets y fiestas más glamurosas sigue siendo la premisa principal de una mujer que sigue utilizando materiales de lujo y sigue construyendo looks impecables: sigue acercándose con precisión, prudencia y sigilo a la Alta Costura, si bien esta vez hemos visto estilismos ago más distendidos.
Si en invierno el hilo conductor era el Rajastán, para el próximo verano Marchesa ha decidido rendirle homenaje a la China milenaria, no sabemos si contagiada por el espíritu olímpico, el caso es que su alma mater ha definido sus propuestas como "una ofrenda a la era de las dinastías y los emperadores" .
Salta a la vista a través de este primer vestido que con sus estampado a base de dibujos hechos de tinta nos evoca el típico tapiz asiático, que su promesa no ha sido solamente de palabra. Lo mismo que viendo el modelo rosa palo de más arriba, una metáfora hecha gown de los melocotoneros hechos flor, su árbol mítico y sagrado.
Las siluetas grecoromanas parece que han dejado paso a formas y caídas mucho menos vaporosas, rectas y con cortes precisos, pero igualmente embellecidas con piedras, cristales y la pasamanería más delicada;
el negro, es el tono que predomina una noche más austera y templada, casi mística a juzgar por esta versión del típico traje kendo que trae de la mano una versión feminizada y exquisita del samurai.
El juego de volúmenes también entra en juego, prueba de ello es este precioso abrigo de corte limpio y refinado, con cuello mao, reinterpretando con mucha clase el típico kimono.
¿Y qué me decís de esta otra maravilla?
Pero por mucho que Georgina lo intente, la vena clásica no se va: los cortes imperio, también están presentes.
Así como los drapeados,
la espectacularidad a base de organzas, plumettis, encajes, rafias, y tules,
y los vestidos dignos de emperatrices y princesas.
En definitiva, Marchesa nunca defrauda porque sigue dándonos lo que esperamos de ella: elegancia.
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