Imposible no caer rendido a los encantos del romanticismo bucólico de Marchesa. A pesar de las desavenencias que parecían afectar al exitoso dúo británico cuyo nombre se debe a la Marchesa Luisa Casati (una excéntrica mecenas de los años veinte) y que se conocieron en el presitigioso Chelsea College of Art de Londres, el cuento de hadas vintage en el que convieten la pasarela, sigue su curso con la misma suntuosidad solemne, histórica, fastuosa y deliciosamente intensa.
Dicen de ellas que son las (más que dignas) sucesoras de Valentino, mucho se especuló sobre su posible sustitución del maestro al frente de su firma, y la verdad es que no desvaría quién afirma que sus visión y sus dotes están más próximas a la Alta Costura que a la calle y su pragmatismo moderno.
Otros tantos las tildan de pretenciosas, engreidas y triunfalistas, de hacer una moda exhuberante y exclusiva para estrenos y estrellas, pero aunque pudieran tener aires de grandeza, son detallistas, precisas, minuciosas y excelsas.
Para esta colección resort han vuelto a tomar como referencia las siluetas clásicas, las estatuas de la antigua grecia, Cleopatra, última reina, y han elaborado magníficos gowns que veremos próximamente en las mejores fiestas. Las mangas asimétricas, los hombros al aire y las proporciones perfectas vuelven a llevar las riendas de unas propuestas a las que nadie en su sano juicio podría oponerse. Todas hemos querido o queremos ser o sentirnos princesas.
La paleta de colores, de nuevo predominada por tonos pastel, maquillajes, crudos, rosa palo, y coral pálido, y los omnipresentes e imprescindibles colores de etiqueta y gala por excelencia: el negro, el oro, el azul y blanco.
Quién fuera celebritie a lo cenicienta y pudiera, aunque fuera por una noche, y hasta las doce, lucir una de las magníficas creaciones de Marchesa...
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